José Luque Velasco - DESDE MI RINCÓN

Sinrazones

La obsesión por mantener la denuncia contra Rafael Navas hace pensar si lo que se buscaba era Justica o cualquier otra cosa

Quiero compartir con mis lectores el recuerdo de aquel cuento que hablaba de los dos hijos del leñador que discutían continuamente incapaces de ponerse de acuerdo en nada. Cierto día su padre les mandó a buscar leña. A la vuelta hizo un manojo con todas las varas y les retó a partirlas de una vez. Los niños fueron incapaces de vencer aquel enorme haz. El padre, soltándolas les invitó a romperlas una a una, cosa que hicieron con facilidad. Aprended, dijo el padre, que cuando una familia o un pueblo permanecen unidos, se hacen fuertes e invencibles ante las adversidades. Por el contrario, cuando sus miembros se dividen pierden toda la fuerza y son vencidos y derrotados fácilmente. ¿Por qué digo esto?

Terminaba la columna anterior recordando que a veces no percibimos que nuestro mayor enemigo puede estar en nosotros mismos. Ese mismo día conocíamos la decisión de la Audiencia Provincial de Córdoba de archivar la denuncia realizada contra Rafael Navas , al que acusaban de prevaricar cuando ejercía de concejal en el Ayuntamiento. Recordemos que esta decisión de la Audiencia viene tras recurrir fallos anteriores archivando la referida acusación por no encontrar razones para admitirla. La obsesión de mantenerla a pesar de las contrariedades y sus costes, debería hacernos pensar si lo que se buscaba no era Justicia sino algo diferente. Para responder a esto basta con saber lo que se ha conseguido con tan absurdo envide.

El daño personal para el acusado no ha sido escaso. Rafael tiene padres, esposa, hijos, familiares y amigos. A nadie le hace gracia pasarse un año esperando que un tribunal le diga que actuó correctamente y que su labor en el Ayuntamiento fue apropiada y positiva para la ciudadanía. Con seguridad habrá habido alguien a lo largo de estos meses que habrá pensado o dicho que algo habría sacado de esas prevaricadoras decisiones de las que se le acusaba. Todo eso ha hecho que abandone la actividad política. También ha sido la excusa para anular los contratos cuya legalidad se puso en duda, cosa que ha originado un daño importante para Córdoba que vio desaparecer el espectáculo nocturno del Alcázar, se esfumaron importantes ingresos para las arcas municipales y se perdieron puestos de trabajo. Es decir, un enorme perjuicio humano y económico para quienes vivimos en esta ciudad. El capricho de algunos que ha salido muy caro para todos. ¿Por qué entonces tanta sinrazón?

Dice nuestro refranero que las razones de la sinrazón son «porque sí» y «porque no». Razones necias y huecas que desgraciadamente y con frecuencia se escuchan últimamente y de las que Córdoba no parece librarse. Y no deberíamos olvidar que cuando un pueblo se deja arrastrar por la conjura de los necios , termina gobernado por los déspotas.

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