LA CLAVE
Sin capacidad de reacción
El Córdoba sólo ha remontado dos partidos de los 38 que ha disputado en lo que va de Liga
Encajar un gol casi descarta la posibilidad de sumar tres puntos. Algo parecido podría pasar por la mente de los jugadores del Córdoba cada vez que el rival se adelanta en el marcador. Remontar se ha convertido en una misión imposible. Los blanquiverdes sólo lo han logrado en dos encuentros de los 38 que han disputado en lo que va de Liga. Los condicionantes psicológicos se unen a los futbolísticos para explicar una de las peores estadísticas del equipo de José Luis Oltra.
El 1-2 en Lugo y el 3-2 frente al Numancia, en las jornadas séptima y octava, han sido los únicos duelos en los que ha logrado voltear el resultado el cuadro cordobesista. Han pasado ya seis meses y, desde entonces, la capacidad de reacción del equipo ha sido nula . En el mejor de los casos, ha conseguido empatar tras comenzar por debajo en el electrónico. Pero no ha vuelto a obtener el máximo botín en ningún partido. Incluso lo ha intentado en superioridad numérica, como ocurrió recientemente en su visita al Oviedo. Siempre sin éxito.
El factor anímico debe pesar después de tantas malas experiencias. El propio Oltra se refería en la rueda de prensa posterior al Llagostera-Córdoba a la ansiedad y el nerviosismo. A sus hombres se les nublan las ideas en los últimos metros, ven la portería más pequeña y cometen errores producto de la precipitación cuando marchan por detrás en el marcador. La presión por un objetivo que amenaza con escaparse y las derrotas provisionales hacen estragos en el juego y la pegada del Córdoba.
Pero es precisamente el fútbol del cuadro blanquiverde el primer y principal problema a la hora de remontar. Oltra ha abusado tanto de la velocidad de sus puntas y el poderío anotador de Florin y compañía que ha descuidado la elaboración y las combinaciones. A la contra y con espacios, el Córdoba sigue siendo letal. Sin duda, el mejor equipo de Segunda. Pero cuando los rivales reculan y le ceden el esférico, rara vez encuentra el camino correcto hacia el gol.
Frente al Llagostera, el cóctel se sirvió en el minuto 14. Varapalo y cerrojazo. O lo que es lo mismo: gol en contra para enfriar un arranque esperanzador y generar dudas. Al Córdoba se le olvidó con el 1-0 que había sido infinitamente superior a su rival durante el primer cuarto de hora. Se acabaron la paciencia, la circulación de balón fluida y las llegadas por banda. La defensa catalana, muy cerca de su portero, se convirtió en un muro para los blanquiverdes, que volvieron a demostrar que carecen de ideas, pero también de confianza en el momento más trascendental del año.