Apuntes al margen
El sello naranja
La historia de los gobiernos de coalición enseña que el pez chico siempre acaba en la parrilla electoral
El grupo municipal de Ciudadanos en el Ayuntamiento de Córdoba ha intentado demostrar esta semana la existencia del grupo municipal de Ciudadanos, valga la redundancia ontológica. El equipo de la primera teniente de alcalde, Isabel Albás , ha montado un equipo con asesoramiento externo para sentarse a la negociación presupuestaria con el Partido Popular con una propuesta más sólida. Cs ha anunciado que realizará una ronda de contactos con el resto de partidos para escuchar ideas sin que su socio de gobierno esté en la mesa.
Huelga decir que en el Partido Popular han levantado la ceja , fruncido el ceño y apurado el sol y sombra de un trago en el bar de enfrente del Ayuntamiento. Probablemente, todo a la vez. El procedimiento razonable cuando se firma una investidura es pactar primero un presupuesto dentro del equipo de gobierno con las limitaciones impuestas por Hacienda , que es el departamento responsable de la presentación y defensa del expediente, y después realizar negociaciones de cara al Pleno de aprobación. Cs ha explicado que la pretensión es que las cuentas de 2021, en el caso de que se puedan aprobar (cosa que no está nada clara a día de hoy), lleven el «sello naranja». Como las fantas.
Es ley de vida municipal, una norma no escrita en el Ayuntamiento, que en las coaliciones de gobierno hay siempre posturas asimétricas . Por mucho poder que se atesore en el momento del pacto de investidura, el grande, que es el que tiene más concejales y la Alcaldía, tiene muchas más posibilidades de rentabilizar los éxitos que de comerse los marrones de los fracasos cuando llega el momento de volver a las urnas.
No existe precedente en la etapa democrática de un partido de gobierno que acabara sacando réditos de la presencia en el gobierno estando en una posición de minoría. La absolutísima de Anguita en el segundo mandato constitucional vino precedida de una coalición con el PSOE y con el PSA. El tándem Aguilar-Mellado se saldó con una cómoda mayoría simple para IU en los comicios de 2003. Al gobierno encabezado por Rosa Aguilar y Rafael Blanco le sucedió la absoluta de José Antonio Nieto . IU, por último, retrocedió unos dos mil votos y un concejal tras el equipo conjunto con el PSOE liderado por Isabel Ambrosio.
Tal y como se acerquen las elecciones municipales, se escuchará cada vez más la expresión «perfil propio» para referirse a Ciudadanos debido a las negras perspectivas demoscópicas de un partido en regresión. En lo que se lleva de mandato local, Cs se ha pegado más que un yerno al Partido Popular, que ha acudido en no pocas ocasiones al auxilio de los concejales naranjas. En algunos casos, de forma expeditiva con intervenciones concretas en áreas de gestión que no le corresponden. Al eslogan «dos partidos, un gobierno» se le ha sumado ese discurso supuestamente desideologizado de Ciudadanos que, en algunos asuntos, esconde falta de músculo doctrinal, de praxis política. El riesgo de la invisibilidad es real.
Huelga explicar que queda un mundo hasta las próximas elecciones, que por imperativo legal, no se pueden adelantar . Huelga también decir que, puestos a buscar perfil propio, se trata de explicárselo a los demás, no a uno mismo. Si Cs quiere tener una imagen diferenciada, un buen lugar donde mirar son sus áreas de gobierno . Descartada la Concejalía de Turismo, porque ahora no hay turistas, a Cs le quedan amplios poderes para que la gestión sea fluida, las necesidades de los vecinos atendidas y que no se generen polémicas innecesarias, absurdas y evitables. Si quieren sello, por ahí pueden empezar.
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