POBREZA

El Sector Sur de Córdoba, donde los vecinos se desengañaron de las promesas de los políticos

Entre el «aburrimiento» y el «hartazgo», los ciudadanos resisten donde «nunca pasa nada»

Estadio de San Eulogio, en la zona sur de Córdoba Valerio Merino

Irene Contreras

El que dijo que el tiempo pasa igual para todos no visitó nunca el Sector Sur de Córdoba. Los vecinos de uno de los barrios más pobres de España sienten que han pasado los últimos años girando en una espiral que les devuelve siempre al mismo punto. La Normal, cerrada; el Pabellón de la Juventud , donde siempre ha estado; San Eulogio , «criando ratas». «Qué aburrimiento», resume Carmen, una vecina de mediana edad, cuando hace balance de los últimos años y constata que en su barrio «nunca pasa nada». Otra vecina la corrige. En el Sector Sur sí que pasan cosas, pero la mayoría, dice, no son buenas: «Que si los contenedores ardiendo , que si una redada...».

El estancamiento de proyectos o no es una cuestión que le quite el sueño a vecinos como Alfonso. A sus 72 años, dice, le interesa más que sus nietos encuentren un trabajo y tengan una vida digna que lo que sea que vayan a hacer en la antigua Normal. «Si tanto les está costando, que la dejen. Y el dinero ese, que lo usen para arreglar esto», propone, señalando una calle repleta de locales cerrados con carteles de «se alquila». Tampoco confía en una estrategia participada por las distintas administraciones para dar brillo al Sector Sur. «Yo me paso el día de paseo y por aquí vienen muchos políticos a decir muchas tonterías», zanja. La sensación general, dice, es de hartazgo. Está convencido de que «ningún anuncio de proyecto va a ilusionarnos».

«Ningún anuncio de proyecto de los políticos va a ilusionarnos», afirma un vecino

En una calle peatonal de los alrededores de la Normal, dos adolescentes escuchan música en el móvil sentadas en un banco. Es un día lectivo , pero han hecho «la rata», por lo que piden que no salgan sus nombres para evitar represalias maternas. Cuando se les pregunta por las expectativas de la juventud , se miran entre ellas buscando una respuesta. «Yo quiero ser maestra, pero no sé, porque estudiar no me gusta mucho», se atreve a decir una. El abandono escolar es uno de los problemas endémicos del barrio pero, insisten, no es su caso. Las pellas, son circunstanciales, pero ellas están dispuestas a terminar la ESO y lo que surja, por eso ven aún lejana la vida laboral. «Sí es verdad que muchos “pasan” y a los 16 se ponen a trabajar con el padre», señalan.

El barrio sobrevive a duras penas y a pesar del «abandono» de las administraciones . Así de claro lo manifiesta Agustina, una vecina que supera los 60 años y que acaba de salir del mercado municipal con la compra del día. «Estamos dejados de la mano de dios pero tiramos “palante”», afirma. Agustina vive con su marido, su hijo de 32 años y la pareja de éste. Ambos encadenan trabajos temporales que no les dan para pagar un piso. Esta anécdota sólo es parte de la retahíla de desgracias que se lanza a contar Agustina, que sin embargo no borra la sonrisa de la cara. «Pero no lo vayas a poner todo. Que solo salimos en el periódico para cosas malas », dice, y rompe una lanza a favor de sus vecinos: «Hay delincuencia y hay desgracia, pero lo que hay sobre todo es muy buena gente».

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