GANADERÍA
El sector apícola de Córdoba se enfrenta a un grave descenso de su producción
Numerosos problemas afectan a este sector, entre ellos la alta mortandad de las abejas
Las abejas se están muriendo, y nadie sabe muy bien por qué. Su desaparición de los campos podría traer efectos imprevisibles incluso para la agricultura, ya que son unas excelentes polinizadoras de plantas y árboles. Desde hace relativamente poco tiempo, cuatro o cinco años según algunos apicultores, la mortandad de estos insectos se ha multiplicado por diez . Hay muchos factores que pueden estar detrás del declive de las abejas, que no es, ni mucho menos, una prerrogativa de Córdoba.
Las alertas ya han saltado en todo el mundo. Y bajo el problema ambiental subyacen los intereses económicos. En casi toda la provincia de Córdoba, pero especialmente en Sierra Morena, se produce una miel de excelente calidad… cada vez en menor cantidad. Lorenzo Ruiz, apicultor en la zona oriental de Sierra Morena y responsable de Apicultura de COAG-Córdoba aporta datos que alertan de la gravedad del problema: para este año las abejas producirán de media 6-7 kilos de miel en cada colmena, frente a los 17 kilos en un año normal. Es una caída del 60 por ciento.
Además de la elevada mortandad de los insectos, los apicultores -los «ganaderos sin tierra», como ellos mismos se definen- se enfrentan a otros problemas. Estos son algunos de ellos:
Cambio climático
El calor no mata directamente a las abejas, lo hacen los daños colaterales. Por ejemplo, «hay plantas que ya no dan néctar» por el calor, apunta Ruiz. O, como ha ocurrido este año, el calor se ha llevado la flor de azahar y «luego se llevó otras plantas». Fernando Morales, otro apicultor que tiene sus colmenas en la zona occidental de Sierra Morena, indica que debido al cambio climático «desde finales de julio o antes ya no hay polen hasta que llegan las primeras lluvias, que a veces son en Navidad». Es decir, las abejas no tienen nada que comer. Y mueren a millares.
«Varroa destructor»
Lo que sí hace el calor es multiplicar por tres la presencia de uno de los mayores, y sin embargo muy pequeño, enemigos de las abejas. Hasta su nombre suena mal. Es «Varroa destructor», un ácaro que se adhiere a las celdas y se alimenta de las larvas de abeja. Cuando están en estado de ninfa, explica Morales, chupan la hemolinfa -la «sangre» de los insectos- de su anfitrión, que no desarrolla las alas. «Y una abeja que no vuela es una abeja muerta», indica Morales.
Fitosanitarios
Es una de las grandes quejas de los apicultores. Los productos fitosanitarios ayudan al campo, pero podrían estar matando a las abejas. «Las que están contaminadas vuelven y envenenan a toda la colmena», dice Morales; Asaja reconoce que los fitosanitarios «generan controversia, pero siempre especifican si son peligrosos para la apicultura».
Importaciones y precios
En España se produce una miel excelente, pero no se consume. Según los datos de COAG, en España se paga el kilo de miel a 3 euros cuando cuesta 3,50 producirla, de modo que hay que venderla fuera. En Francia se paga a 10 euros, en Marruecos -donde se emplea como medicina- a 14-15... Como resultado, en España sólo se consume entre un 15 y un 20% de la miel que se produce, siempre según los datos de COAG. Por eso, «las multinacionales son otro enemigo de la apicultura», sostiene Ruiz.