Patrimonio
Santa Clara, el convento de Córdoba que vivió y murió por el agua
El edifio tuvo uno de los principales veneros de Córdoba desde el siglo XIII hasta el XIX, y esta condición sentención su cierre en 1868, ya que no cumplía las condiciones para la desamortización
La historia de la acumulación de culturas y civilizaciones en Córdoba se hace realidad en el antiguo convento de Santa Clara , que ahora espera el momento de que una obra sirva para recuperar su alminar y para avanzar también en el conocimiento de un edificio que pertenece al Ayuntamiento , pero que no ha salido del estado de ruina desde hace décadas.
Su historia comienza probablemente en el siglo VI . Los arqueológos encontraron en el solar una mezquita edificada sobre los restos de un edificio anterior , que en algún momento se edificó como una iglesia paleocristiana o bizantina. El principal argumento eran los muros y un mosaico con elementos simbólicos que podían aludir al cristianismo: delfines y anclas, cestas, copas y pavones.
Para el arqueólogo Pedro Marfil , autor de un estudio sobre el edificio, no es probable que se trate de una iglesia, ya que el mosaico ocuparía una supuesta sacristía , y no el templo, y la orientación hacia el sureste tampoco termina de coincidir. Para él, es un edificio doméstico que por ciertos elementos podría ser incluso más antiguo, de los siglos IV o V.
Sí son evidentes los signos de que allí hubo una mezquita, de lo que queda como signo más visible el alminar que todavía se alza entre las calles Rey Heredia y Portería de Santa Clara. Precisamente esta torre crea una de las principales interrogantes , ya que su construcción es independiente del edificio.
Los muros no encajan . Quizá, como afirma Pedro Marfil, porque la torre se contruyó un poco antes o bien porque los arquitectos quisieron desvincular la mezquita del alminar, para que un hipotético derrumbe de un elemento no afectase al otro.
Las últimas actuaciones arqueológicas y estudios han encontrado las distintas dependencias de esta sala de oración musulmana, que además tiene de testigo una puerta que da a la calle Portería de Santa Clara, y que hoy se encuentra tapiada.
Bajo la mezquita anterior hay restos de un edificio tardoantiguo, pero hoy los arqueólogos no creen que se trate de una iglesia
Cuando el rey Fernando III el Santo entró en Córdoba el 29 de junio de 1236 muchas mezquitas se convirtieron en iglesias y en este solar, aprovechando parte de los muros y de la construcción, se levantó el primer convento de la nueva ciudad cristiana.
Como recuerda la profesora María Teresa Pérez Cano en una investigación realizada para la Fundación Caja Madrid en la actuación más importante que se hizo en el edificio, fue, desde 1264, el primero femenino que hubo en Córdoba, o al menos el primero que prosperó, ya que la documentación menciona a un monasterio de Santa Eulalia en la collación de San Miguel, pero sin más rasto desde el siglo XIII.
El de Santa Clara llegó a tener 4.500 metros cuadrados , tras la adquisición de varias casas que sirvieron para construir una ciudad en miniatura, como era en común en los cenobios femeninos, que debían ser autosfucientes.
El siguiente sería el de las Dueñas más de un siglo después, en 1370. La autora del estudio ha encontrado un dato común a todos los textos antiguos sobre el monasterio, y es que hablan del Agua de Santa Clara . Con ese nombre. Como recuerda, la documentación antigua habla también de unos baños por la misma zona donde estaba la mezquita.
La profesora encontró que Santa Clara recibió pronto «la d onación de un venero de agua ». No fue poco importante, porque sería uno de los cuatro que surtirán después de agua a la ciudad de Córdoba. El informe relata cómo en 1770, el maestro cañero de la ciudad y de todos sus señoríos, Francisco Bonilla, certificó de donde viene el Agua de Santa Clara y fue señalando cada uno de los sitios a donde surtía.
La documentación árabe habla de unos baños, que estuvieron en la misma manzana y que tuvieron relación con los veneros
«El seguimiento de este recorrido se convierte casi en el primer plano literal o imaginario del abastecimiento de agua en un sector de Córdoba», afirma María Teresa Pérez Cano.
El principal venero de Santa Clara era el de la Cañada de las Monjas . Recogía después otro venero llamado del Pozo y algo más abajo sumaba otros venerillos. El texto da cuenta de todos ellos: uno procedente de la huerta del Hierro, el de la Cima, el del Arca de los Tejares o el de Maestre Pedro. Cuando se creó un plan de abastecimiento de agua se nombraba el venero de Santa Clara.
Para la autora del estudio, las referencias a este elemento no hacen sino confirmar su opinión de que los baños árabes que se citan en las fuentes tuvieron que estar « en la misma manzana del convento». Para ella, es probable que existan aún «restos de aljibes u otros tipos de almacenamiento a nivel arqueológico», pues hay más referencias sobre estructuras de ese tipo. Así, se habla de que en la zona del convento que da a la calle Osio estaba el suministro de aguas potables para la comunidad religiosa.
Fue precisamente esta condición lo que terminó por sentenciar al convento de Santa Clara. La desamortización fue en 1868, tras el triunfo de la llamada Revolución Gloriosa , con un decreto que establecía el cierre de los conventos con menos de doce religiosas . Santa Clara tenía trece, que pasarón a otro cenobio de clarisas, el de Santa Cruz.
Según María Teresa Pérez Cano, el motivo pudo ser el carácter estratégico del agua. Desde entonces pasó por manos privadas y públicas, fue cuartel militar , perdió una parte de sus dependencias y ahora espera la hora de resurgir para que se conozca su historia de quince siglos.
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