Coronavirus Córdoba
Un sanitario curado en Córdoba: «Ha sido una pesadilla; solo pienso en volver con mis compañeros»
El auxiliar de enfermería José Antonio Domínguez narra el infierno del aislamiento por Covid-19 pero lanza un mensaje de optimismo
Podría escribir un libro contando la montaña rusa de emociones que sintió José Antonio Domínguez, auxiliar de enfermería de 62 años, cuando supo que estaba contagiado de COVID-19 . Asegura que los diez días que ha pasado ingresado han sido «una auténtica pesadilla, pero ahora solo está en mi cabeza poder volver cuanto antes con mis compañeros y seguir luchando», expresa profundamente emocionado al teléfono.
Ayer recibió el alta en el Hospital Reina Sofía , donde lleva trabajando unos 25 años, y ahora afronta la recta final de su recuperación en casa. «Estoy fantástico pero tengo que estar dos semanas controlando temperatura y saturación», explica Domínguez, que tanto el martes como el miércoles dio negativo en los test que le hicieron, por lo que se considera «limpio».
Jamás olvidará esta experiencia. Se contagió en su puesto de trabajo en la planta de hospitalización. «Estamos en primera línea, en la puerta de Urgenias, y te sientes como carne de cañón. Estuve expuesto porque llegaban personas con diferentes patologías , sin sintomatología de coronavirus, a los que luego se les hacía la prueba y daban positivo. Esos casos son los que han contagiado a profesionales sanitarios de áreas como Urgencias y otras plantas», explica Domínguez, justificando la alta tasa de sanitaris contagiados en los centros hospitalarios.
Su ingreso se produjo el día 23 de marzo pero unos días antes empezó a notar síntomas. « Todo era muy leve . No he tenido fiebre de 38 o 39 grados, sino que lo máximo ha sido 37,6. Lo que sí sentía eran escalofríos, amargor en la boca, malestar…». Con estos síntomas, en medicina preventiva le dijeron que podía seguir trabajando pero ahora se pregunta: ¿A cuánta gente he podido contagiar en ese tiempo? ».
Después de conocer su positivo en coronavirus, Domínguez solo pensaba en las personas con las que había tenido contacto durante esa semana; compañeros, pacientes del hospital y especialmente en su mujer que «afortunada e inexplicablemente ha dado negativo en el test». Pero se sintió impotente por no haber podido protegerlos, cuando sí que había intentado seguir todas las medidas de prevención recomendadas por ser sanitario.
El amargor vuelve a este auxiliar de enfermería cuando recuerda el aislamiento de su ingreso . «Una persona recluida en una habitación, siendo profesional sanitario, sabiendo lo que sabes… te da para pensar en todo, te lo tomas con muchísima frialdad y aunque hay momentos en que no quieres pensar en lo negativo, a veces caes», reconoce Domínguez, que tiene que parar en su relato y respirar para constatar que está a salvo.
Siguiendo con sus recuerdos, tiene unas palabras también para Sebastián, el que ha sido su compañero de habitación durante los últimos días cuando ambos habían mejorado, y que, «con mucha pena se ha quedado ingresado porque todavía no está limpio».
Domínguez se asombra de la eficacia del tratamiento recibido . «Al segundo día me encontraba muchísimo mejor. Creo que es el gran éxito de todo el proceso», subraya. Así como también le ha reconfortado el trato recibido por sus compañeros enfermeros y médicos . «No tengo palabras de agradecimiento, ellos han sido los que me han dado esperanza», apunta emocionándose de nuvo.
Como imagen que resume todo este trago, Domínguez señala un cuadro que ha tenido todo el tiempo en su cabeza: Los fusilamientos del 3 de mayo, de Francisco de Goya . «Representa la realidad que hemos vivido semanas atrás», explica relacionando con su puesto de trabajo - «en la puerta, desprotegidos, con consejos que sabíamos que no iban a funcionar… pero al final se supera y ya quiero volver a esa primera línea », confiesa.