CULTURA

Sánchez de Feria, el erudito que buscó en las calles a los primeros cristianos de Córdoba

Cristiano ilustrado del siglo XVIII, dedicó su obra a los santos cordobeses buscando sus vestigios en iglesias y conventos

Grabado del Triunfo de San Rafael en el siglo XVIII, la época de Bartolomé Sánchez de Feria ABC

Félix Ruiz Cardador

Bartolomé Sánchez de Feria (Córdoba, 1719-1783) compatibilizó la medicina con las letras, como ya había hecho algunos años atrás en la ciudad el literato y médico del Siglo de Oro Enrique Vaca de Alfaro . Hace unos días se cumplieron trescientos años del nacimiento de Sánchez de Feria, al que la ciudad recuerda con una calle, que baja desde la Trinidad hasta la Judería y en la que se supone que tuvo su consulta. Lo que no se conoce tanto es que este doctor fue un pionero de la arqueología gracias a su obra «Palestra Sagrada o Memorial de los Santos de Córdoba », reunida en cuatro volúmenes y que repasa la historia de la ciudad a través de los mártires de la Iglesia Católica.

Aunque la «Palestra» tiene un componente ejemplarizante propio de este tipo de libros, añade una particularidad notoria: el autor trata de ubicar en el espacio geográfico de la ciudad la vida de estas personas y conectar vestigios tardorromanos, visigodos o mozárabes con los datos encontrados en las fuentes bibliográficas, un intento arqueológico pionero en años en que esta ciencia andaba aún en mantillas.

Iglesia de San Miguel, donde Sánchez de Feria sitúa la iglesia principal en la época tardoantigua Valerio Merino

La «Palestra» es la obra de madurez de Sánchez de Feria, su texto cumbre, aunque lo cierto es que su vida va mucho más allá de ese trabajo. Había nacido en septiembre de 1719, hijo de un matrimonio de labradores. Lo bautizaron en La Magdalena y muy joven se matriculó en el Seminario de San Pelagio para seguir la carrera sacerdotal. La vocación religiosa se difuminó, sin embargo, y tras abandonar el seminario se marchó a Sevilla y estudió Medicina . De vuelta en Córdoba, ocupó plaza primero como médico en Castro del Río pero poco tiempo más tarde, en 1743, aún veinteañero y se supone que por su buen desempeño en el Alto Guadalquivir, fue reclamado para el Hospital del Cardenal Salazar , fundado un par de décadas antes.

Buscó las huellas de edificios que no existían, pero que se mencionaban en las crónicas antiguas

Más allá de esa vertiente, el médico desarrolló una intensa labor como historiador. Obra suya de juventud es su «Disertación histórica sobre Castro del Río» y a ella se suman sus «Memorias sagradas de el Yermo de Córdoba», sobre las ermitas, o sus biografías sobre San Francisco Solano o Madre Juana de San Francisco . Se relacionó con los intelectuales cordobeses de su tiempo, a los que la investigadora Matilde Bugella Altamarino denomina « cristianos ilustrados », de corte conservador, gente de fe pero influidos por las corrientes que llegaban de Europa.

Entre ellos destacaría finalmente Sánchez de Feria gracias a su «Palestra», estudiada por la profesora Bugella Altamirano en un pequeño ensayo publicado en «Anhagramas». La investigadora escribe sobre este texto que contiene la vida de todos los santos de Córdoba, pero que en realidad «trasciende los estrechos límites de la literatura hagiográfica », convirtiéndose en una obra que, según explicó el biógrafo, Enrique Redel , «desde su publicación es raro el escritor que al tratar de antigüedades de Córdoba no la cita».

Facultad de Letras, antiguo hospital del Cardenal Salazar, en que trabajó Sánchez de Feria Valerio Merino

Sánchez de Feria manifiesta en su obra que «el culto de los Santos, su Memoria y mayor gloria es todo a lo que aspira mi intento», pero en su caso, y aquí está lo innovador, somete a las fuentes textuales, especialmente la obra «Memoriale Sanctorum de San Eulogio », a un constante cotejo con la realidad, lo que lo convierte en «un agudo observador de los restos arqueológicos», según Bugella. La búsqueda de los «rastros de su morada en diversos ‘parages’ de nuestra Ciudad», que es como describe su incasable peregrinar por la urbe, lo conduce a describir los lugares donde cree que las iglesias y conventos ya derruidos pudieron estar en tiempos de los primeros cristianos, visigodos o mozárabes .

La «Palestra» permite así conocer las hipótesis que se planteó el erudito, en algunas de las cuales se cree que acertó mientras que en otras la ciencia arqueológica acabó por refutarlo. Sitúa por ejemplo la iglesia principal de la ciudad en San Miguel durante el periodo tardoantiguo y la Basílica de los Tres Santos (Fausto, Genaro y Marcial) en San Pedro -donde luego sería enterrado el propio Sánchez de Feria-. Trata así de situar edificios que no se conservaban ya en su época y que hoy son por completo desconocidos: Basílica de San Jorge, Monasterio de San Ginés, Basílica de Santa Eulalia ... La ubicación de muchos es aún hoy mera hipótesis, pero de lo que no cabe duda es de que Sánchez de Feria abrió una senda que muchos otros han seguido y aún siguen. No es de extrañar por ello que el erudito dejase escrito en uno de sus libros, tras tantos afanes y tanta escritura, que «Córdoba era la cabeza de toda la España ».

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