Patrimonio
San Mateo, la rica historia de arquitectura y fe del templo mayor de Lucena
La Junta autoriza el proyecto de conservación para mantener el monumento
La Comisión de Patrimonio de la Delegación de Cultura de la Junta de Andalucía aprobó hace unos días el proyecto de conservación y restauración de las tres portadas de acceso de la iglesia parroquial de Lucena, San Mateo , uno de los templos más importantes del Sur cordobés. Con este paso, que se adopta al observar el desgaste de estas zonas del inmueble por el discurrir de los años, se avanzará un paso más en la conservación del edificio, que acumula una larga historia en la que se funden los cambios políticos, el arte y la fe.
En su origen aparecen de hecho dos personajes fundamentales del siglo XVI en Córdoba, el arquitecto Hernán Ruiz ‘El Viejo’ , uno de los grandes maestros del periodo, y el noble Diego Fernández de Córdoba , que llegó a ser virrey de Navarra y gobernador de Orán. San Mateo es sin duda uno de los emblemas de Lucena, localidad que tras la Reconquista llegó convertirse en la segunda más importante del Reino de Córdoba tras la capital, papel que aún juega en nuestros días dentro del marco provincial.
Los estudios históricos apuntan a que en el solar donde ahora se encuentra la parroquia hubo en tiempos de Al Ándalus una mezquita, aunque también se señala que allí estuvo previamente la gran sinagoga de Lucena, ciudad en la que, como es sabido, la presencia de judíos sefardíes, que allí encontraron un hogar, fue notoria. La primera cita histórica sobre San Mateo aparece, sin embargo, en 1498 y se refiere a la demolición de otra iglesia dedicada al evangelista que debió construirse allí en los años que pasaron desde la conquista de la ciudad por parte de los ejércitos cristianos de Fernando III El Santo, en 1240, hasta que se decidió edificar un templo de mayores dimensiones y acorde con la población que tenía ya el municipio.
En cuanto a la fecha del inicio de la construcción, se especula entre los últimos años de la centuria del XV y la primeras décadas del XVI. En lo que sí coinciden los historiadores es en el hecho de que su promotor fue Diego Fernández de Córdoba (1469-1518), uno de los muchos personajes fascinantes que han llevado ese apellido, defensor de Lucena frente a los nazaríes con apenas 20 años y que entre otros muchos títulos ostentaba ya el del Alcaide de los Donceles y el de sexto señor de la Villa de Lucena. Por esa época, don Diego fue también designado I marqués de Comares, en reconocimiento a su labor a la pacificación de Navarra, por lo que, como apunta la arquitecta Pilar Gimena en su tesis doctoral sobre Hernán Ruiz I, tal honor pudo influir en su decisión de acometer este proyecto al verse incrementados sus ingresos por dicho motivo.
La propia Gimena, siguiendo los pasos de historiadores como Alberto Villar Movellán, ha estudiado a fondo todo el legado de Hernán Ruiz ‘El Viejo’ y también la historia y el estilo del gran templo lucentino. Según explica, por entonces Hernán Ruiz I trabajaba ya para la diócesis de Córdoba como Maestro Mayor de la Catedral de Córdoba y había realizado desde al año 1500 obras de importancia, por lo que «poseía suficiente experiencia y prestigio profesional para asumir tal encargo». La edificación posee características muy similares a otras obras del maestro construidas en torno a 1520 y existe la constancia de que por esta época estaba realizando las portadas laterales, lo que da pie a una atribución de autoría general del templo.
En cuanto a su estructura, el templo de San Mateo se configura siguiendo el mismo esquema de las iglesias fernandinas de Córdoba, según explica la especialista. Se divide en tres naves, una central y dos laterales de casi la misma altura, mientras que la cabecera de la iglesia de San Mateo es la parte más antigua del templo y está cubierta por bóvedas estrelladas. La capilla mayor está abovedada en dos tramos siguiendo en ambos un diseño clásico de bóveda de crucería, aunque el primer tramo de la la capilla mayor sufre una modificación que consiste en añadir al diseño una Cruz de Calatrava.
La obra, debido a su gran complejidad, ocupó gran parte del siglo XVI y fue de hecho Luis Fernández de Córdoba , VII Alcaide de los Donceles y II Marqués de Comares, quien mantuvo el empeño que había empezado su padre. Según Pilar Gimena, este largo proceso de edificación «permite encontrar en esta iglesia una evolución del lenguaje utilizado por el maestro constructor, que con el pasar de los años va evolucionando desde el lenguaje gótico tardío en las portadas laterales hacia primeras formas del renacimiento en los pilares de las naves».
La fecha de finalización
La finalización de esta iglesia está fechada en 1544, aunque la portada principal se culminó algo más tarde, en 1550. Aún así, las mejoras y añadidos han sido una constante a lo largo de su historia. Especialmente valiosa es la capilla del Sagrario, que conecta con la iglesia por medio de una portada de mármoles policromos, diseñada por el arquitecto, pintor y literato lucentino Leonardo Antonio de Castro a mediados del siglo XVIII, considerada una de las cimas del barroco andaluz.
Lo más singular de este espacio es su rica decoración, con un especial abigarramiento ornamental en la cúpula. La Capilla del Sagrario fue restaurada hace algo más de una década con el fin de evitar los problemas de humedades, un paso hacia la mejoría de este histórico templo que ahora se podrá completar con la restauración de sus puertas de entrada. San Mateo, considerada por muchos la Catedral de la Subbética y declarada Bien de Interés Cultural , bien merece estos desvelos pues es sin duda uno de esos edificios señeros que dejó el siglo XVI cordobés.
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