Arte
El Salón de Tobías, el lugar más singular dedicado a San Rafael
Sus frescos, pertenecientes al Palacio de Viana, fueron realizados en el siglo XVIII
El siglo XVIII fue un periodo de auge a la devoción de San Rafael en la capital , que había sufrido un punto de inflexión ya en el XVI. Precisamente, a finales del siglo XVIII surge uno los lugares más singulares en los que se nota la huella del Arcángel en la ciudad. Se trata del Salón de Tobías que se puede contemplar en la visita al Palacio de Viana -no abrirá mañana-, localizado en su planta baja, donde la nobleza gustaba exhibir a sus visitantes su poder. Las pinturas anónimas fueron restauradas en el XIX por León Abadía, quién añadió las guirnaldas y las cariátides.
L a marquesa de Villaseca, Ana Rafaela Fernández de Mesa , sentía el fervor por San Rafael, al que dedicó uno de los aposentos del Palacio de Viana. Fue una mujer que marco huella en este emblemático espacio. Ella fue r esponsable directa, entre otras, de las grandes reformas que sufre el Palacio en el XVIII; entre las que se incluyó la generación del Salón de Tobías.
En el espacio se cuenta el viaje del joven Tobías junto a San Rafael. En una de las paredes, están los dos orillas del Tigris, junto a un gran pez al que el muchacho le saca el corazón, el hígado y la hiel por consejo del Arcángel.
En otra, Tobías y Sara se desposan en la sala nupcial, quemando el corazón y el hígado del pez, también por indicación de San Rafael, para alejar una maldición de la novia.
En otra de las pinturas, Ana, madre de Tobías, observa la vuelta de su hijo y su esposa, que se adelantaron a la caravana como les recomendó San Rafael para tranquilizar a la familia.
Y el cuarto fresco representa la curación de la ceguera del padre de Tobías, con la hiel del pez que su hijo le aplica, siempre siguiendo los consejos del Arcángel.