APUNTES AL MARGEN
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La vida interna del PSOE cordobés ya no existe y el PP camina a una elección en que solo se podrá votar a uno

Sostengo la tesis de que ninguno de los periodistas y analistas de Madrid que están abordando la candidatura de Susana Díaz a la secretaría general del PSOE entiende la cuestión. La presidenta de la Junta no va a competir en buena lid. Va a ganar por lo civil o por lo criminal si es preciso. Buscando firmas para que Patxi López siga en liza para dividir el voto contrario, hurgando en los bolsillos de Pedro Sánchez , convirtiéndolo en otro Borrell. Tirando a sus competidores por el hueco de un ascensor en el caso de que sea necesario para sus finalidades. Díaz no tiene una cultura de la democracia interna -porque no la tiene el PSOE andaluz contemporáneo en el que la de Triana pasó de la adolescencia a la madurez- sino de enfrentamiento abierto, del palo y la zanahoria. Cariño y sueldo público para los afines, la exclusión para los que caen en desgracia. Las palabras «Susana» y «primarias» generan una disonancia cognitiva cuando se pronuncian en la misma frase. Algo no cuadra.
Solo así se entiende el papelón de la alcaldesa de Córdoba, Isabel Ambrosio , quien ha prometido fidelidad a la lideredesa en estas sus nuevas lides. Díaz comunicó, siendo consejera de Presidencia, la destitución de la ahora regidora cuando era delegada del Gobierno. Se consideraba en el PSOE -por cierto, con razón- que no aportaba impulso político a la Administración autonómica. Griñán paró el despido cuando ya estaba camino del Consejo de Gobierno aunque sea Juan Pablo Durán quien se haya atribuido en numerosas ocasiones la autoría del indulto. Hay que reconocerle a Ambrosio que realizó un trabajo fino para sostenerse en el cargo con tanta gente como pedía su antiguo despacho en San Felipe.
La alcaldesa, pues, es el típico ejemplo de la vida interna del PSOE cordobés: funcionarial en exceso, con un apego al cargo y al empleo que lleva a la prudencia. En condiciones normales, vistas sus trayectorias y personalidades, votaría por Susana Díaz solamente en presencia de un número de la Guardia Civil con el arma reglamentaria desenfundada. Ha prometido lealtad porque así están las cosas y mejor no meterse en camisa de once varas.
Durán -esto es, Susana Díaz- ha conseguido el gran logro de que la vida interna del PSOE sea un páramo. Lo que intentaron otros y no pudieron. Sus afines dirán que ha estallado la paz aunque lo cierto es que toda casa está tranquila cuando está vacía. Puede ser paradigmático que la dirección de la campaña de Pedro Sánchez la lleve en Córdoba una desconocida exsecretaria general de la agrupación de Cabra que tuvo que dejar el cargo cuando le dimitió media ejecutiva -¿les suena la maniobra?- a raíz de un desacuerdo por un nombramiento. Es también tremendamente significativo que un dirigente con la agenda de Luis Pizarro , coordinador de campaña de Patxi López, no haya encontrado quien le monte la estructura en la provincia. Ni un alcalde, ni un barón local, ni un cualificado miembro de la ejecutiva ha osado disgustar a la doña. Da para preocuparse por sus primogénitos, no vaya a ser que anden encerrados en alguna mazmorra hasta que pasen las primarias recibiendo de vez en cuando la familia una prueba de vida.
Los miembros de los partidos, cuando están en la dirección, confunden paz con estabilidad interna. Todo colectivo humano se fundamenta en los matices, en las discusiones, en las disensiones incluso. Los partidos en España han realizado una divertida adopción de herramientas de la democracia interna norteamericana sin creer ni una línea de la filosofía que la inspira: que la opinión del individuo no se somete a la jerarquía en los momentos clave. Sucede así el milagroso efecto de las primarias a la española , donde solamente se puede votar a uno. Obviando la raíz latina de la palabra elegir.
Así como en el PSOE, el Partido Popular ha iniciado una peculiarísima campaña interna para aclamar a José Antonio Nieto como su renovado presidente en Córdoba a pesar de que necesitaría de la bula estatutaria. El exalcalde quiere amarrar su poder orgánico sabedor que el Ministerio pasa, como el cóndor de la canción. No sorprende a estas alturas que los de Nieto lancen el mensaje -escucha, Bonilla- de que no quieren que les digan en Sevilla quién ha de patronear el barco. Más bien llama la atención de que no haya en todo el PP nadie que diga que no está de acuerdo siguiendo el viejo aforismo de Alfonso Guerra de que quien se mueve, no sale en la foto.