CÓRDOBA
Los «riders» en el infierno de Córdoba: «Mejor trabajar con calor que no hacer nada»
Repartidores narran a ABC su labor en este asfixiante verano

Son ya varias las semanas, durante el más extraño de los veranos, en las que la capital cordobesa ha superado los 40 grados de temperatura . Y aunque los cordobeses cada vez se animan más a socializar y dejarse ver por las terrazas de la ciudad, uno de los gestos adoptados durante los meses de confinamiento parece haber llegado para quedarse. Degustar algo de sushi japonés, probar unas delicias turcas, o simplemente compartir una pizza con los amigos en el salón de casa quedan ya a golpe de app.
Así lo demuestran los números de Glovo , una de las compañías punteras de «riders» -esos jóvenes con coloridas mochilas que recorren las avenidas de todo el mundo- especializados en el reparto de comida a domicilio . Según esta empresa, fundada hace solo cinco años en Barcelona, sus beneficios en Córdoba «se han duplicado» en el último año, marcado por el confinamiento que vivió la población.
Sin embargo, y a pesar de que la planicie cordobesa invita al pedaleo, los meses de verano se han convertido en un verdadero desafío para estos repartidores. Es el caso de Rafael Bogue, quien lleva ya 14 meses trabajando con esta compañía, y asegura que dedica «unas once horas al día, siete días a la semana» a su atlético modus vivendi. Pese a que asegura que al final uno puede «acostumbrarse a la bici, la mascarilla y al calor», lo cierto es que los ratos muertos entre pedidos, este joven acude a refugiarse a su hogar hasta que «salte» la próxima alerta.
Rafael es uno de esos «afortunados» que no paró de trabajar durante el confinamiento . Glovo, a diferencia de otras compañías, extiende sus servicios de reparto más allá de la hostelería y «si no funcionan los bares, están los supermercados».
Aunque la sensación de abundancia de empleo no es compartida por todos. Yamila González, quien aprovechó el final del confinamiento para incorporarse por segundo verano consecutivo a Glovo, recuerda la temporada estival anterior con una demanda «más alta» de servicios y menos repartidores, lo que «repercute en el número de pedidos». Ella ha optado en esta ocasión por un patinete eléctrico , y asegura que es «mejor trabajar con calor que no hacer nada».
La sensación es compartida por todos. Este año se ha incorporado más gente ante las malas perspectivas laborales fruto de la crisis sanitaria y económica .
Aunque Samuel Rodríguez, con dos años de experiencia en la competencia, Just Eat, apunta, al contrario de Yamila, que hay más pedidos. «La gente no va a la playa y se nota», señala este cordobés apostado con su mochila roja a las puertas de la afamada cadena de hamburgueserías Goiko Grill, a la espera de lo que califica de «bienes de primera necesidad: hamburguesas o pizzas». Su receta contra el calor es bien sencilla. «Hay que hacer lo que se pueda, traer agua fresquita de casa y buscar una sombra», reconoce entre risas.
El establecimiento en el que hace guardia, a la espera de un nuevo encargo, también se ha visto obligado a modificar sus protocolos ante la situación de nueva normalidad .
Anabel es camarera allí desde hace dos años y medio, cuando la cadena aterrizó en Córdoba, y cuenta que desde la compañía madrileña han desarrollado una app para avisar del momento en que la orden esté lista. «Por motivos sanitarios no podemos dejar entrar a todo el mundo. Antes, los “riders” se quedaban en la barra, junto al aire acondicionado, pero desde marzo no es posible», explica la joven. Así que con menos sitios donde cobijarse, la poca sombra de las bien posicionadas Tendillas o la plaza Colón, se han convertido en refugio para este modelo de negocio propio del mundo marcado por el Covid .
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