Jesús Cabrera - EL MOLINO DE LOS CIEGOS
Los ricos
La sociedad ha creado un sistema de autodefensa que permite excluirnos de nuestra clase social
¿ Quién es rico ? Los ricos siempre son los otros . La sociedad actual ha generado un dispositivo de autodefensa que permite excluirnos de la clase social a la que pertenecemos, sea la que sea, para situarnos algún escalón más abajo . Esto, aparte de dar un rearme moral para pontificar sobre cualquier asunto en las redes sociales, concede también la licencia para criticar y a atacar a aquellos que, paradojas de la vida, son iguales que nosotros.
Esta contradicción es la que atormenta sin remedio a parte de la sociedad desde que nació la clase media . En ese momento comenzaron a languidecer de forma acelerada los argumentos que sostenían la lucha de clases y que daban sentido a una dialéctica que poco a poco comenzó a apulgararse hasta quedar recluida en una vitrina como vestigio, casi arqueológico, de un tiempo ya pasado. La llegada de la clase media trajo muchas ventajas para quienes disfrutan de ella, pero también se convirtió en una incomodidad para quienes vivían de azuzar a unos contra otros , con un discurso que podía sonar bien, que era muy aplaudido en los mítines, pero que se venía abajo de forma estrepitosa cuando, ya en la calle, se regresaba a la realidad.
Uno de los principales errores de los nostálgicos de la lucha de clases es que no han sabido actualizar su discurso y por eso quedan en evidencia cada vez que abren la boca. Para ellos sigue habiendo ricos y pobres —lo de que « cada vez los ricos son más ricos y los pobres más pobres » es uno de sus mantras favoritos— y lo argumentan con infinidad de cifras y encuestas que lo que hacen es confundir cada vez más al personal. ¿O es, acaso, esto lo que pretende?
Su problema es que no han sabido, o no han querido, establecer con nitidez dónde está la frontera entre ricos y pobres , algo que en el siglo XVIII todo el mundo sabía a la perfección porque era algo evidente que no se podía disimular. En cambio, esa nebulosa existente hace que el límite sea algo relativo y que lo situemos a nuestra conveniencia según qué circunstancias, con buenas dosis de demagogia. Cuando afecta a nuestro nivel de vida lo bajamos de forma vergonzante para que no perjudique nuestro bienestar, pero cuando queremos ir contra el otro lo elevamos un poquito para quedar justo en el otro bando. Esta contradicción es algo evidente en la actualidad gracias a las redes sociales, por ejemplo. Si damos un garbeo por alguna de ellas veremos cómo quienes dedican el resto del año a dar clases gratis de ética y a pontificar sobre lo divino y lo humano exhiben sin pudor en estos días fotografías de unas vacaciones que muchos, desgraciadamente, no se pueden permitir. Podemos estar de lunes a viernes repartiendo carnets de solidarios y comprometidos con los pobres, pero que nadie nos quite el fin de semana en las costas gaditanas , con buenas vistas y mejores viandas que no dudamos ni un instante en fotografiar para el Facebook sin advertir que lógicamente habrá más ricos que nosotros, por supuesto, pero que también hay quien no se puede permitir esa escapada playera y que el lunes volveremos a saludar por la calle.
Por esto, cuando hace unos días se vuelve a airear el discurso de que, efectivamente, el año que viene habrá una subida de impuestos , pero que se justifica con pedir « un mayor esfuerzo a los cordobeses que tienen un poco más para que les llegue una mayor ayuda a los que más lo necesitan» es no coger el toro por los cuernos y no decir con claridad hasta qué capas de la población va a llegar el incremento tributario para que dentro de nuestra candidez habitual pensemos que los ricos siempre son los otros.