Cultura
Richard Ford, el pionero hispanista que encontró la inspiración en Córdoba
Hace 190 años llegó a la ciudad este acaudalado viajero, que escribió sus impresiones y dibujó su paisaje
Esta historia comienza a la finales de la década de 1820, en Inglaterra, donde a la ilustre señora Harriet Capel , hija del conde de Essex, le recomendaron pasar una larga temporada en un lugar seco, con el fin de que mejorase de sus problemas de salud. Su marido, Richard Ford , acaudalado heredero y hombre culto y viajado, se puso manos a la obra y decidieron que el mejor lugar para establecerse, debido a su clima, era el Sur de España.
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Sevilla y Granada fueron los lugares de residencia de la familia durante los siguientes años, una estadía que el señor Ford aprovechó para recorrer el país con mirada curiosa e inquieta. Libreta en ristre, transitó por diversas ciudades y fue anotando sus impresiones . También dibujando con mano amateur pero con cierta gracia estampas de cada uno de los lugares por los que pasaba y le llamaban la atención.
En total, realizó este viajero inglés medio centenar de dibujos , entre ellos cuatro de la ciudad de Córdoba, uno de los cuales, el dedicado a la zona monumental de la Puerta del Puente , se conocía desde hace décadas. A ellos se añaden otros tres que permanecieron en la colección familiar, en Inglaterra, y que se divulgaron hace poco más de un lustro gracias al esfuerzo de los arquitectos Antonio Gámiz y Antonio Jesús García , de la Universidad de Sevilla.
Richard Ford había nacido en Londres en 1796, por lo que cuando llegó a España tenía algo más de 30 años. Era hijo de un abogado y parlamentario de su mismo nombre y de la artista Marianne Booth, así como nieto del director de la Compañía Británica de las Indias Orientales , del que heredó parte de la fortuna. Aunque se graduó en leyes, ni siquiera ejerció y se dedicó en su juventud a viajar, como hacían tantos jóvenes adinerados del momento.
Estuvo en Alemania y Viena e incluso se entrevistó con Beethoven en noviembre de 1817. A su regreso a su patria, comenzó a publicar en periódicos de la época y contrajo matrimonio con la que sería su primera esposa y madre de seis de sus hijos, uno de los cuales llegaría a ser diplomático. La ya mencionada Harriet era una mujer de origen aristocrático y gusto refinado, aficionada al dibujo, pero de salud delicada . Con ella llegó Ford a España en 1830 y aquí estuvieron hasta 1833, etapa en la que el escritor recorrió el arco de Levante, la Ruta de la Plata hasta Santiago de Compostela , Madrid y Toledo y por supuesto Andalucía.
El viaje a Córdoba, según han estudiado los profesores Gámiz y García, tuvo lugar en 1831. Llegaron el 29 de mayo y se marcharon el 2 de junio camino de Andújar y Jaén. Años más tarde, al volver a Inglaterra, Ford publicó un libro de viajes que se haría célebre, su «Manual para viajeros en España» (1844), y allí recogió sus impresiones sobre el país y sobre Córdoba, fijando incluso algunos tópicos que los anglosajones mantienen sobre España aún hoy.
Richard Ford mostraba aprecio por la gente llana, pero criticaba el desgobierno que veía en España
Ford mostraba por ejemplo su admiración por la gente llana , por el pueblo, mientras que no desdeñaba ocasión para criticar el desgobierno que observaba en el país y que palpaba en la dejadez de algunas grandes ciudades y en el ambiente político, ya que eran los años postreros de la Década Ominosa y del reinado de un Fernando VII llamado a quedar entre los peores monarcas que tuvo España.
Ford también dedicó sus horas a dibujar las zonas que más le llamaban la atención. En total, se han conservado cuatro dibujos suyos de Córdoba, el más conocido de los cuales recoge el perfil de la ciudad más habitual: el de la Mezquita-Catedral, el Alcázar y el Puente Romano desde la ribera Sur del Guadalquivir. Detalla, por ejemplo, los grandes limoneros que había en el Palacio Episcopal.
De los otros tres, que se hicieron públicos en 2014, hay otro que refleja esa misma Córdoba monumental desde más arriba, en un meandro del río , mientras que los últimos recogen una doble perspectiva de la muralla a la altura de la Puerta de la Plasencia, lo que hoy conocemos como la Ronda del Marrubial.
Se ven en ellos la Sierra, el convento de los Trinitarios y el camino que bordeaba a la ciudad en torno a la muralla, con la zona que hoy ocupa la Biblioteca Central aún sin urbanizar y repleta de arboleda. A estas perspectivas se une otra que realizó Harriet del interior de la Mezquita , y que también se ha conservado en el archivo familiar de los Ford, aunque se cree que era una copia de otro dibujo del artista J. F. Lewis , que estuvo por la ciudad en esa misma época y era amigo de la familia.
El viaje por Córdoba de Ford lo llevó por otros lugares de los aledaños como los conventos de San Jerónimo de Valparaíso y de San Francisco de la Arruzafa, aunque no han quedado dibujos de estas visitas. Más allá de esta obra gráfica, lo que queda claro con esos trazos es que Ford, que acabaría construyendo una casa neomudéjar en Inglaterra y manteniendo allí la forma de vestir española hasta el fin de sus días, se enamoró de estas tierras y sus gentes hasta el punto de consagrarle su vida con diversas publicaciones posteriores. Sus dibujos quedan como recuerdo de un tiempo ido, de una Córdoba con aroma medieval , parada en el tiempo, y como memoria de un viajero curioso que acabaría muriendo en 1847, rodeado de una amplia biblioteca dedicada en su mayor parte al tema español.