CULTURA
Ricardo Molina, 50 años después de su muerte
Se cumple medio siglo del temprano fallecimiento del poeta de Cántico
Los ecos de la cálida despedida a Pablo García Baena se cruzan en el calendario con otra lucutosa efeméride. El 22 de enero de 2018 se cumplen 50 años del fallecimiento de su compañero en Cántico , el poeta Ricardo Molina , que murió en 1968 cuando sólo tenía 51 años, aquejado de una enfermedad cardíaca. Nacido en Puente Genil , pasó la mayor parte de su vida en Córdoba. Creó su hogar en el número 26 de la calle Lineros, en el barrio de San Pedro , donde vivió dedicado a sus pasiones: la enseñanza, la poesía y el flamenco.
La ciudad que le acogió desde los 8 años le debe, como a García Baena y al también poeta Juan Bernier , la fundación de la revista « Cántico » que dio nombre a la generación de escritores que ha marcado para siempre a la ciudad con el acento de la poesía. Pero no fue ese su único «regalo». También a Molina se le debe, en parte, la creación del Concurso Nacional de Arte Flamenco , una idea en la que tuvo como aliado al alcalde Antonio Cruz Conde.
En su obra es una constante la celebración de la naturaleza, del amor y de la sensualidad. Pero también dejó dedicatorias únicas a la ciudad que paseó, vivió y quiso, y de la que supo extraer su esencia para destilarla en letras: «Hay ciudades que se agotan en su cuerpo. Otras, al contrario, diríase en constante trascendencia de sí mismas: la materia es signo en ellas de ingrávida alma; parecen hechas de sentimiento , de poesía, de nostalgia; ciudades por las que circula un alma casi visible, palpable, que se adentra en ti y se funde a tu vida en un instante, creando en el más recóndito vergel de tu conciencia, la flor del perdurable recuerdo. A este grupo de ciudades pertenece Córdoba. Hay que aprender a ver Córdoba . Quieres verla, vivirla, sentirla, hacerla tuya. Córdoba, sin rehusarse, se recata. No se entrega así, de pronto».