LUIS MIRANDA - VERSO SUELTO

Reyes Magos

Hay gente que escribe cartas pidiendo cosas importantes y cuentan como votos en las urnas

La única cosa que da más pena que un niño que ha dejado de creer en los Reyes Magos es un tipo con más de 18 años que les sigue pidiendo cosas. A los chicos hay que protegerles el mundo inocente en el que sus padres, cuando pueden, hacen que las cosas que les parecen mágicas sean posibles; a los supuestos adultos no se les puede perdonar que conforme avanza la vida y ven el mundo no sean capaces de saber que las varitas de las hadas y su golpe de estrellas nunca funcionan fuera de los cuentos.

La carta que la alcaldesa de Córdoba le escribió el otro día a Sus Majestades de Oriente no es ni un discurso de investidura ni una declaración programática , así que tampoco habrá que analizarla, pero llama la atención que parezca que la culpa del paro la tienen Melchor, Gaspar y Baltasar y que un Ayuntamiento no pida ayuda para hacer su trabajo, sino que directamente le obren el milagro, como hacen los malos rezadores cuando no piden a Dios luz ni guía, sino que les trabaje mientras ellos ven tranquilamente la televisión. Habrá que conceder que al entrar en su despacho todos los días la forma de afrontar las cosas será distinta.

Pero como pasa en esa misiva anecdótica que no pasa de unas cuantas líneas de periódico, en Córdoba hay gente que sigue enviando cartas con peticiones y las deposita en urnas, y no son el papel mojado de tantas veces, sino votos de plena validez que ahora surten un efecto que padece todo el mundo. Si se leyese entre líneas lo que buscan saldría una carta más o menos así:

«Queridos Reyes Magos. Empezaré por deciros que me gusta más la segunda palabra que la primera, porque cualquier día os tendré que pedir que os presentéis a unas elecciones. Lo de magos si me parece estupendo, que después de escucharos hablar tantas veces me he dado cuenta de que la casta, los partidos que han mandado desde que yo era pequeño, no quieren transformar la realidad de la que ellos mismos se aprovechan, como si la economía y los números no se pudiesen borrar y reescribir cuando uno es el que manda.

Para los próximos cuatro años quiero una Córdoba donde todo el mundo trabaje, pero sin contaminar, como pasaba con la fábrica que estaba en Asland. Estoy en contra de la energía nuclear porque estoy seguro de que con la solar y algún molino de viento que no altere el paisaje seguiré sin tener problemas para cargar el aifon y para tener la casa fresquita en verano. Me gustaría que se creasen empresas, siempre en régimen de cooperativa, porque en la tele siempre me cuentan que los empresarios son tipos malos que se aprovechan del sudor de los trabajadores, pero, eso sí, cuando vaya al supermercado, no quiero que las cosas me cuesten más que en el chino de la esquina.

Quiero Gobiernos que ayuden a quienes lo pasan mal, pero sin tener que subirme los impuestos, que después de todo soy de clase trabajadora y ellos siempre pueden imprimir más dinero. Me gustaría que hubiese bancos que me prestasen para comprar una casa o irme al Caribe, pero con la seguridad que después no me van a pedir intereses si me va mal, y soy capaz de decir que me parece fatal que los políticos se llenaran los bolsillos en los consejos de las cajas de ahorros, pero también votar a quienes dicen que es bueno que haya banca pública y que la gente de los nuevos partidos no va a meter la mano». Para que luego digan que el día de Reyes es una vez al año: este bendito 2015 en Córdoba hemos tenido tres.

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