Luis Miranda - Verso suelto

Rescate visitante

El Centro de Visitantes, ahora con goteras, se come los recursos que faltan para contratar a porteros para los colegios

Hubiera estado realmente bien que las dos páginas fuesen enfrentadas, una mirando a la otra, como un Jano bifronte de la Roma clásica o como la carta en papel muy fino que al mirarse a contraluz mezcla unas líneas con otras y al mezclarse los párrafos casi tienen un sentido. Salieron en ABC el martes pasado y aunque había una hoja de papel en medio, en realidad tienen mucho que ver. Una hablaba de las goteras en un edificio carísimo y perfectamente inútil, que no ha dado más que gastos desde que se terminó y al que por mucho que se hagan ejercicios de buena voluntad nadie le termina de ver la utilidad real. Otra contaba que el Ayuntamiento de Córdoba, el mismo que piensa que el Centro de Visitantes es poco más que otra Mezquita-Catedral pero con firma del arquitecto del régimen, el que estaba gobernado por una coalición que más que acuerdo de partidos para repartirse el poder se había presentado como una alianza por la salvación de la humanidad, ese mismo, no tiene dinero para contratar porteros en los colegios públicos que tanto dice defender.

Los políticos tienen la extraña virtud de robar el sentido a las palabras de tanto manosearlas. Quizá ya se hayan cansado de hablar de austeridad, hartos de ser incapaces de explicar su sentido real, o probablemente será que quienes nunca dejaban que se les cayera de la boca ahora sólo esperan que nadie lea las noticias. Es curioso, porque yo nunca había tenido la austeridad por una cosa negativa, quizá porque ser austero tenía sinónimos que parecían de buen gusto, como «serio», «sobrio» y «sencillo», y desde luego de acuerdo con el carácter del andaluz que de verdad lo es, y que se ríe por lo bajo de todo lo más serio.

Austero se le dijo al Gobierno de España que ahora está en funciones bastantes veces, pero en verdad no se le reprochaba que ahorrase en empleados de agencias ni entes públicos inútiles, que apenas lo hizo, sino que en el Boletín Oficial del Estado ya no apareciesen licitaciones millonarias con obras de autovías que muchas veces acababan desérticas y construcciones de museos grandilocuentes que después tendrán los expositores comidos por las telarañas. En una palabra, austero era, para los sindicatos que tanto han cultivado el obrerismo y para esa izquierda que no sabía que el planeta tiene un final de recursos y un límite de espacio, no hacer Centros de Visitantes, con sus cenas en reservados en el periodo de licitación, su primera piedra con baile de pasodoble kitsch y su posterior concurso para ver quién lo gestionaba. Tardíamente se apuntaron a las cosas de la Ley de Dependencia y hasta intentaron decir que cualquier día no habría un médico en el centro de salud o un profesor en el colegio del barrio.

Lo más curioso de ese mamotreto con goteras de pura dejadez, que provocó un dictamen del famoso Icomos al que la Junta no le hizo más caso que a una carta del «no rompas esta cadena», es que se come los recursos que podrían conseguir que los padres no tuvieran que hacer de porteros en los colegios públicos. Total, si ya se dan arte para cambiarle el sentido a las palabras no será tan difícil hacer decir que el Centro de Visitantes es un cordobés más, contratar a una empresa que lo arregle y le quite las goteras, meter una jugosa plantilla y luego decir que el rescate ciudadano ha empezado por este paisano feo y con obesidad mórbida al que el PP tenía en la indigencia.

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