José Luque - Desde mi rincón

Repensar Córdoba

Si el peor enemigo de Córdoba se encontrase entre nosotros y no lo reconociésemos, nos incapacitaría para acometer juntos grandes cosas

Si dijese que nuestro peor enemigo puede estar en nosotros mismos, estaría diciendo una verdad. Los enemigos que vienen de fuera podemos verlos llegar y hacerles frente. Cuando somos nosotros mismos los que nos juzgamos y condenamos, la pena que nos imponemos es insoportable. Algo parecido puede estar pasando en Córdoba como ciudad . Y digo puede, porque estoy abierto a cualquier opinión que me haga ver que estoy en un error. ¿Por qué digo esto?

Días previos a la Semana Santa , en nuestra ciudad y de una u otra manera se puso en duda la seguridad de los ciudadanos que asistieran a ver o participar en las procesiones. Tal y como están las cosas en el mundo, la seguridad total no está garantizada en ningún sitio y menos aún donde exista una aglomeración de personas. Los atentados sufridos en Europa han sido en calles muy concurridas, en trenes o en lugares donde el daño es grande.

Sin embargo a ningún líder político ni persona con dos dedos de frente se le ocurre decir públicamente que aquellos que asistan a un campo de fútbol, a un cine, a una corrida de toros o a un mitin político, no tienen garantizada su seguridad. Salvo que lo digan no porque les importe la seguridad de los ciudadanos sino por hacer daño al fútbol, al cine, a los toros, o a los organizadores de cualquier concentración. Sólo puedo entender las dudas que se vertieron sobre la seguridad en la Semana Santa de Córdoba por la torpeza de quienes así actuaron o porque sólo pretendían hacer daño a los cristianos , al turismo, al obispo o a la economía de Córdoba.

Gracias a Dios y a unas ejemplares fuerzas de seguridad, no ha ocurrido nada. Pero imaginemos que los desaprensivos que han roto la paz en el recorrido de algunas hermandades de Sevilla , lo hubieran hecho en nuestra ciudad. A estas horas estaríamos oyendo y leyendo frases tales como «yo avisé que el cambio de carrera oficial era una barbaridad», «la culpa es del obispo», «el casco antiguo es un ratonera» u otras lindezas parecidas. Sin embargo, nadie culpó a nadie en las ciudades que sufrieron atentados o altercados como Sevilla, París, Londres, Copenhague o Bruselas . En esas ciudades sus habitantes y autoridades se unieron para hacer frente al enemigo exterior. No se dividieron para culparse unos a otros. ¿Por qué en Córdoba nos enfrentamos y dividimos incluso antes de que ocurra nada? Esta pregunta deberíamos hacérnosla e intentar responderla, si de verdad queremos progresar y avanzar como Córdoba se merece.

No nos engañemos. Si el peor enemigo de Córdoba se encontrase en nosotros mismos y no fuésemos capaces de reconocerlo y combatirlo, estaríamos incapacitándonos para acometer juntos las grandes empresas que venimos reclamando desde hace muchos años.

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