SALUD
«Mi recuperación es lenta pero sé que volveré a montar en bicicleta»
Un paciente de 55 años narra a ABC su historia tras sufrir un ictus el pasado 20 de agosto y chocar contra un autobús
José Gregorio Ruiz , electricista de 55 años, terminaba de colocar un cuadro eléctrico en una vivienda el pasado 20 de agosto cuando su compañero notó que estaba raro . No hablaba mucho. Ni siquiera se despidió de él. Pensó simplemente que no tendría un buen día, algo inusual para un hombre risueño. Eran las tres de la tarde cuando al volver a casa en coche, José Gregorio sintió un estruendo. Había sufrido un ictus y eso le provocó que se estrellara contra un autobús turístico en la zona de la Ribera .
Aturdido, llegó a su casa a pocos metros. Llamó a la puerta y les dijo a sus hijos «fuego; fuego», con frases inconexas y con dificultad en el habla. Sus hijos y su esposa le preguntaban que qué le pasaba, con cara de máxima preocupación. Rápidamente, su vecino enfermero notó que podría ser un ictus y fueron directamente al Hospital Reina Sofía . Al entrar por Urgencias ya estaba en marcha el protocolo. Apenas habían pasado unos mintuos desde el incidente y el mecanismo de la Unidad de Ictus se puso en marcha. No había tiempo que perder. José Gregorio recuerda todo como si estuviera «hipnotizado» . Sólo notaba que su boca se torcía, y con ella se adormecía la parte derecha de su cuerpo, incluida la visión de un ojo . En la camilla que lo conducía al TAC escuchó «Código ictus», pero ya no podía hablar .
Había trombos en su cerebro que poco a poco obstruían el riego sanguíneo. «Fue todo muy rápido», cuenta su mujer con ojos azules llenos de lágrimas de emoción porque su esposo ha sobrevivido y apenas tiene secuelas visibles sólo dos meses después del ataque. « Mira lo bien que anda José », comenta orgullosa mientras le hacen unas fotos en la puerta de la cafetería del hospital.
José Gregorio fue sometido a una intervención a través de un catéter por el muslo que elimina el trombo del cerebro. La celeridad fue lo que le salvó de mayores secuelas. Se lo dice el jefe de la Unidad del Ictus, Roberto Valverde. Este paciente no puede estar más agradecido a este especialista que se desvive por cada uno de sus pacientes. « A Roberto le debo la vida », dice sin tapujos José Gregorio, quien no dudó en recibir un tratamiento de células madres para regenerar su cerebro tras el ictus . Al salir del quirófano por quien primero preguntó fue por su «niña», su nieta Alba de ocho meses. Mientras sus dos hijos veinteañeros que viven con él se «han volcado con su padre», cuenta emocionado el protagonista.
Este electricista, autónomo, sabe que lo peor ha pasado pero aún le queda una recuperación que puede ser larga: « yo sé que volveré a trabajar pero al ritmo de antes n o; lo mejor es que ya no fumo dos paquetes de tabaco al día y que pronto volveré a montar en bicicleta ».