SANIDAD
Un récord de corazón en Córdoba
Un trasplantado cardíaco se prepara los campeonatos mundiales de 2017 para personas con órganos injertados
TODO empezó en un partido de fútbol. Francisco José Navarro Rivas, que hoy tiene cumplidos 54 años, era entonces un niño que jugaba a imitar a sus ídolos del balompié en los solares desiertos de la ciudad que lo veía crecer. Un día, tras un entrenamiento con el equipo con el que competía, se sintió mal. « Mamá, tengo frío», le dijo a su progenitora en la banda. Era el aviso de que algo en su cuerpo no iba del todo bien.
«Una angina mal curada me había afectado al corazón y todo desembocó en que en ese órgano vital tenía un soplo», resume el hombre. La primera reacción de su familia fue poner el caso en manos de unos parientes que residían en Málaga y que se dedicaban a la medicina. «Entonces, porque estoy hablando de hace varias décadas, no había los adelantos que hay ahora. Todo ha cambiado mucho en este tiempo», añade Francisco José, que recordaba ayer su experiencia para ABC cuando se celebraba el Día Mundial del Corazón.
«Una angina mal curada había afectado al corazón y desembocó en un soplo»
Francisco José Navarro
El tratamiento que le prescribieron sus familiares hizo efecto y con él tiró hasta bien entrada la madurez. Pero cuando medió la treintena los problemas de salud volvieron a aflorar. Y de un modo severo. «Comencé a tener problemas en el estómago, molestias muy fuertes cuando estaba en el trabajo, y me sentía siempre extremadamente cansado, así que después de varios días sin querer darle importancia a lo que sucedía decidí ir al ambulatorio y de ahí me mandaron al Hospital Reina Sofía sin pensárselo y de una manera urgente. Me riñeron por no haber ido antes al médico», recuerda este vecino de Córdoba que sin saberlo estaba encaminándose al que era su destino: vivir con un corazón trasplantado.
«Porque las molestias que tenía en el estómago resultaron ser un dolor reflejo del corazón, de una de cuyas válvulas, de la aórtica en concreto, me operaron sobre la marcha», recuerda. Francisco recuperó su vida normal, aunque con ciertas limitaciones, al poco de cumplir con la convalecencia tras la intervención quirúrgica. «Hacía el deporte que podía y, sobre todo, me volqué en el senderismo, al que me enganché desde entonces con mucha fuerza. Todo iba bien, muy bien, hasta que a seis o siete años y durante una ruta a pie por los Pirineos me sentí mal».
La patología cardíaca había ido a mayores y los especialistas que le atendieron determinaron que los ventrículos del paciente que tenían delante no estaban cumpliendo con su función. De manera que lo procedente, en palabras del enfermo, era colocarle «un desfibrilador interno que me provocaba descargas cuando el corazón se me paraba». Francisco José vivió con ese aparato adosado a su corazón durante cuatro años. Hasta que se demostró inoperante después de haberle sido muy útil; en otras palabras, después de haberle salvado la vida en varias ocasiones.
«No podía con mi cuerpo»
Él mismo cuenta uno de los episodios más crudos. «Un día me quedé como dormido, pero en realidad me había dado un ataque al corazón, que se reanimó gracias al desfibrilador, que saltó por sí solo. Cuando fui al hospital me dieron diez ataques seguidos... Todo muy traumático...», continúa. Su calidad de vida empeoró mucho a partir de ese momento: «Los problemas con el potasio y con las arritmias se sucedieron... No podía con mi cuerpo, no podía subir escaleras, no podía ducharme solo...».
«Ahora soy persona: tengo muchas actividades, sobre todo deportivas»
Francisco José Navarro
La única salida viable era la del trasplante. Francisco José se decidió por ella a finales de 2013 y en mayo de 2014 recibió el corazón que esperaba. «Ahora soy otra persona: aunque me he tenido que jubilar tengo muchas actividades, entre ellas la del deporte», explica quien se está preparando para los campeonatos nacional y mundial de marcha, pádel y tenis de mesa para trasplantados, que se celebran en Ávila y en Málaga en los próximos meses. Ese empuje lo lleva en la sangre que fluye por su órgano heredado: sus hermanos son los conocidos deportistas cordobeses Rafael y José Luis Navarro.