URBANISMO
Recetas para el Casco Histórico de Córdoba: ¿El turismo o la nada?
Mientras los vecinos piden ayuda, el precio de las rehabilitaciones convierte al sector hotelero en una arriesgada tabla de salvamento
No son pocas las voces que alertan de que el Casco Histórico está dejando de ser un barrio más de Córdoba para convertirse en un escaparate turístico. Mientras las promociones residenciales se expanden hacia el oeste, la zona patrimonial se vacía progresivamente de vecinos por causas diversas. Una de ellas es la falta de infraestructuras básicas , como zonas de aparcamiento o de ocio, sumada a las restricciones de tráfico y a los problemas para el descanso que encuentran sus vecinos a causa de la actividad en sus calles. Otra es el estado de conservación de sus edificios y el alto coste de su rehabilitación , difícilmente asumible para una familia trabajadora y que solo una empresa con vocación de rentabilidad económica podría estar dispuesta a asumir.
Del análisis que hacen vecinos y profesionales se extrae que el problema del Casco tiene una difícil salida pero que, en cualquier caso, requiere de respuestas por parte de las administraciones, que llevan demasiado tiempo dándole la espalda. Lo dice la presidenta de la asociación vecinal La Medina , Lourdes Martínez, que enumera las dificultades que enfrentan sus habitantes. « Todo son inconvenientes. Hasta para pintar una fachada », lamenta. Desde su punto de vista, para mantener el Casco vivo es necesario incentivar a quienes lo habitan , equilibrar una balanza que se ha vencido hacia el lado negativo a causa de la falta de servicios o el desgaste del turismo. En uno de los problemas del Casco, que es el alto número de solares y viviendas vacías, ve la presidenta de La Medina una posible solución. «Los solares se pueden acondicionar y darles uso como aparcamiento o parques », solventando así dos problemas en uno. También aboga por medidas fiscales como rebajas en el IBI que hagan del Casco una zona atractiva para instalarse.
Para combatir el mal estado de los inmuebles abandonados, recuerda también que el Ayuntamiento tiene mecanismos para instar a los propietarios de los inmuebles deteriorados a que los arreglen, bajo riesgo de ser expropiados si el deterioro persiste. Plantea esta medida como herramienta intimidatoria porque, dice, los dueños optarán por realizar las obras que necesita el edificio para no perder la propiedad. Martínez alerta de que hay edificios que se están cayendo a pedazos por llevar años vacíos. En ello tiene que ver la avanzada edad de su población, y para explicarlo expone un caso prototípico: «Imagina una vecina de edad avanzada que vive sola. No puede valerse por sí misma y se tiene que ir a una residencia. La casa se queda vacía y nadie se hace cargo. Al final, se viene abajo».
Ante esta situación, el arquitecto Francisco Daroca considera que las administraciones tienen que ponerse al servicio del Casco con unas políticas públicas más activas que ayuden a mantener vivo el tejido residencial de la zona. En la misma línea que la representante vecinal, recuerda que no solo de casas vive un barrio : también hacen falta aparcamientos, equipamientos públicos, espacios para el esparcimiento o las prácticas deportivas, pensados también para los jóvenes. Sobre todo, insiste en hacer que la zona sea atractiva no solo por la belleza del entorno. También por contar, dentro de sus posisibilidades, con los mismos servicios y garantías de vida que cualquier otro barrio.
Para Daroca, el papel de la administración no puede ser de una pasividad como la actual, por eso incide en la importancia de «vigilar» al vecindario pero también de ayudarlo con una interpretación menos rígida de la normativa urbanística, siempre que no se ponga en riesgo el objetivo último de su conservación. Defiende la expropiación como medida límite, en casos en los que los propietarios de los inmuebles no se responsabilicen de ellos, pero también medidas de auxilio a quienes no lo hacen porque no pueden pagarlo .
Y es que en el dinero, dice, está todo. Para hacerse cargo de uno de esos inmuebles abandonados hacen falta muchos miles de euros . Tantos que solo alguien dispuesto a sacar rendimiento de su inversión puede permitirse rehabilitar una vivienda tan antigua. Ahí entra en juego la industria turística , capaz de «salvar» la arquitectura urbana del Casco a cambio de que la ciudad pague un precio: entregar al turista, a sus negocios y hoteles, la mayor parte de su barrio antiguo. Sobre los riesgos de esa presión turística , que puede acabar con la idiosincrasia de un Casco que es atractivo precisamente por el encanto de su sistema de vida, advierte este arquitecto y también la presidenta de los vecinos de La Medina. « No estamos en contra del turismo . Está bien que haya apartamentos y hoteles, pero también necesitamos vecinos . Queremos alquileres asequibles para que vengan familias jóvenes», explica Martínez.
Precisamente por la cuestión económica, la repoblación del Casco es una gesta complicada. Lo corrobora el arquitecto Francisco Carmona, que ha realizado proyectos sobre edificios de la zona y sabe del alto coste de las intervenciones . «Hay casas que llevan años y años cayéndose. Solo personas con un perfil adquisitivo alto podrían permitirse rehabilitarlas para vivir . Y suponiendo que se expropiaran, una empresa pública como Vimcorsa no tiene capacidad para hacer eso», explica. De ahí que el arquitecto proponga «darle una pensada», con sosiego y analizando pros y contras, al debate sobre el peso que el turismo debe tener en la zona. A su juicio, «es eso o dejarlo caer». Susto o muerte. Lo cierto es que el interés del sector hotelero no hace sino crecer, y Carmona afirma que las iniciativas que llegan a buen puerto son pocas comparadas con las que habría de no ser por la demora de los permisos urbanísticos .