Crónicas de Pegoland

Las unidades etílicas

No va a haber B12 para todos. La ampliación de horario nos pilla desentrenados

Bares de la Corredera Valerio Merino
Rafael Ruiz

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Yo que el SAS , desde aquí lo digo, iría preparando sitio en los hospitales para todos los comas etílicos que le van a llegar en los próximos días como u na nueva plaga bíbliga de gente bolinga . Todas las camas que dejen libres las vacunas, bendita sea su estampa, nos las vamos a quedar los que salimos de cañas en esta nueva desescalada. Acostumbrados como hemos estado a los horarios de jubilado de las copas, el Gobierno de la Junta acaba de dar su visto bueno a que los bares y restaurantes abran sus puertas hasta las nueve y media de la madrugada. Que eso no es noche normal. Que a esas horas no hay más que quinquis, tahúres y gente sin educación. Y no se trata de que el personal sea muy vicioso, que lo es, sino que nos pilla desentrenados y así cualquiera acaba hablando kosovar y pidiéndole tabaco a un buzón de Correos.

Si yo fuera el consejero Aguirre , iría preparando partidas masivas de B12 por lo que se le viene encima. No van a tener ibuprofeno de 600 en las farmacias para tanta resaca como se anuncia de almas sin ventura, ni costumbre. Multitud de andaluces acostumbrados a la copa de balón, al trago largo, ya se ponen como motos al segundo gin tónic con las estrecheces horarias. Acostumbrados a tomar las combinados como pavos, vamos a tener que moderar el ritmo pensando que ya no van a llegar los municipales a ponernos en la puerta de la calle cuando el sol sigue brillando y el calorcete dice que mejor seguir en el temita. Si difícil es llegar a las seis de la tarde, qué será a las nueve y media de esas criaturitas que ahora se ven midiendo el ancho de las calles .

Nosotros, los de entonces, ya no servimos para esto.  Hace apenas un año, snif, salíamos a las siete de la mañana del Long cuando Sinatra nos daba la despedida. Nos largaban del Hangar , por ejemplo, después de una madrugada que podíamos rematar con los jeringos de Don Pepe para reunir nuevas fuerzas. Y hoy, ‘cucha’ tú que triste, nos ponemos cardiovasculares del todo porque el Gobierno, la autoridad, nos permite llegar a casa como cuando nos daban veinte duros para comprar entre tres un paquete de Fortuna y un batido de vainilla con Licor 43. Que seguimos vivos, al parecer, de milagro.

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