Crónicas de Pegoland
¿Qué es ser un rancio hoy?
Si pertinente es un debate sobre la modernidad, cómo no lo va a ser sobre su contrario
EL diseñador Alejandro Gómez Palomo y el novelista Ray Loriga participaron hace apenas unos días en un coloquio, organizado por la Fundación de Artistas de Córdoba, sobre qué es ser moderno hoy . Ignoro cuáles fueron las conclusiones que seguramente fueron muy interesantes y esclarecedoras. En mis tiempos, bastaba con vestirse raro, leer y escuchar a los Smiths aunque vaya usted a saber de qué va la cosa en estos tiempos líquidos, confusos, que nos ha tocado vivir. Hoy, que hay poetas, escultores, novelistas, cineastas y editores que cultivan lo rancio con éxito de crítica y público.
En justa reciprocidad, el término rancio debería suscitar un debate patrocinado por el Ayuntamiento, por supuesto, dado que esto sí resulta de todo punto estratégico. Porque no puede ser que cualquiera que pasa por la calle, escriba un libro hablando de su tita la del pueblo o salga con su hermandad el Martes Santo reciba el calificativo de rancio. Si todos rancios, nadie sería originariamente rancio. Y todo sería emulación del que toma Bitter Kas , le parece que Perales y Mocedades son el bien y añora de vez en cuando el vaso de tubo, cénit de lo rancio. Porque el capitalismo haría negocio con el rancio, y la rancia, como objetivos de mercado. Cuando todo el mundo sabe que el rancio es, ante todo, un anticapi.
¿Si Carrefour saca camisetas con el logotipo del Pryca hay ranciedad o solo melancolía? ¿Hay que tomarse obligatoriamente la cerveza artesanal para que no te llamen rancio o hay alguna forma de evitar el mal trago? ¿Si sigo con la telera en vez del pan de pasa madre me arriesgo a algo? ¿Hay más peligro de reinfección entre los rancios porque ya es que me temo lo peor? ¿Tofu, de verdad?
Y la pregunta objetiva que hay que responder es si rancio, por sí mismo, es un vocablo de desdén y lo que existe es un orgullo rancio , ese que curte carácter por encima de las ventoleras de la historia, de los machadianos pedantones al paño. Por qué le darán tanto miedo nuestros botellines , se podrían preguntar los rancios parafraseando el verso de esa famosa canción que va de tetas, asunto nuclear de toda conversación rancia que se precie. Junto a los culos, obviamente.
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