Crónicas de Pegoland

No jugarás al póker con un cura

El presidente guapo fue a plantar la bandera y volvió sin yunta ni mulos

Pedro Sánchez y Juan José Omella Efe
Rafael Ruiz

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El Gobierno acaba de incumplir el undécimo mandamiento: n o jugarás al póker con un cura . Se empieza con buenas palabras y se acaba desplumado mientras el páter se enciende un habano y te guiña un ojo. Se entra en la sala pensando que se puede conseguir algo de pasta y se sale con una sensación de primo total , pagando las copas y todo. Y aún así se le da las gracias al párroco para la próxima, que no tarde. Es normal: la Iglesia tiene algo que los demás nunca tendremos, creyentes o ateos. Dos mil años para refinar las técnicas de negociación. Tiempo suficiente para desarrollar un olfato felino para sentarse en la puerta de la sacristía a ver, uno detrás de otro, los cadáveres de sus enemigos mientras le sacan tabaco a algún propio. Porque los curas nunca llevan encima.

El presidente guapo se fue a la Conferencia Episcopal a plantar la bandera y volvió con tres yuntas de mulos a los que le faltaban, en primer lugar, los mulos y, en segundo, las yuntas. Un 2,8 por ciento del mayor escándalo inmobiliario , que decían, mientras el 97,2 por ciento restante acababa con el sello de Moncloa puesto . Aquí no ha pasado nada en la última década, circulen. Las plataformas variadas, los grandes tangados, llevan, en este caso, razón. Como decía Pepe Castro, el gran periodista cordobés ya fallecido, «esto no es lo que habíamos hablado». Frase que solía ser la antesala de una bronca monumental. De las de periódico de los de antes.

Los sacerdotes pusieron carita de puchero y admitieron novecientas y pico inmatriculaciones que se devuelven pero ya, presidente, que no se diga. Y el chimpún del Gobierno —que tiene que revisarse el ojo clínico— lo consideró una victoria. Tuvo sus dos minutitos de informativos. Sus cuatro tertulias de lo malos que son los curas. Sus clics correspondientes en los digitales de bandera. Que es como cuando en la timba te haces el julay y cedes cuatro o cinco manos. Y dejas que los demás piensan que, de verdad, no diferencias unas dobles parejas de un color cuando es que no .

Carmen Calvo dejó un plan para la Mezquita, según dice. Alma de cántaros, que aún no se han dado cuenta y acaban poniendo las llaves del coche para respaldar ese full invencible.

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