Apuntes al margen
Infraestructuras, en guerra
Los casos Farolas 1 y Farolas 2 son, en realidad, uno solo y obedecen a intereses concretos
Mucho me tiene que fallar el instinto para equivocarme si digo que los dos casos de presuntas irregularidades en proceso que atañen al Área de Infraestructuras obedecen a una guerra interna , de técnicos y proveedores, en los que todos los demás -políticos, prensa, la Justicia- son la caja de resonancia, el eco de las voces. El caso Farolas 1 (denunciado por IU y Podemos, inicialmente) se fundamenta en un presunto fraccionamiento ilícito de contratos (apunten lo de ilícito porque va a ser clave), falsedad y prevaricación. El caso Farolas 2 (denunciado por el concejal David Dorado) se sustenta en una adquisición sistemática de material eléctrico con sobreprecios usando marcas, modelos, almacenes y empresas muy concretas.
Tengo para mí que los concejales de IU nunca habrían tenido la iniciativa de llevar a un notario a levantar acta de unas obras en dos tramos de la avenida de Libia sin haber sido orientados previamente en la dirección correcta. Tengo la misma sospecha sobre la denuncia del concejal de Ciudadanos. Para encargar una auditoría tras dos años en el cargo sobre un asunto tan concreto, el precio que se paga por las farolas, hay que tener un conocimiento muy preciso. Dorado tiene experiencia empresarial en la materia -tenía una sociedad ligada a ese sector- pero su denuncia versa sobre recovecos de funcionamiento interno , de procedimiento, a los que solo se tiene acceso cuando alguien larga y ofrece las claves adecuadas. Hay que estar en el meollo de todo para advertir que un código de dos cifras y cuatro letras es tan relevante.
Lo que está pasando en el Área de Infraestructuras, barrunto, es que dos o más personas (y sus grupos de interés) de las que no cambian cuando llegan las elecciones pasaron de tirarse los trapos sucios a la cara en privado a hacerlo en mitad de la calle. Sucede que creemos que los representantes políticos y sus asesores tienen un conocimiento omnímodo de lo que ocurre en las casas que gestionan. Sucede también que algunos políticos y sus asesores son los últimos en enterarse . En muchos casos, quieren que la farola se ponga, no lo que hay que hacer para que esté puesta en tiempo y forma.
Es un error ver los casos Farolas 1 y Farolas 2 como elementos separados porque constituyen la expresión pública de un mismo jaleo. El problema es global y ya era hora de que se hablase del tema. La contratación menor recurrente , ya sea forzada ilícitamente o cumpliendo escrupulosamente la forma de aplicarla, genera una proximidad entre empresas contratistas, proveedores, políticos y funcionarios que deriva, en muchos casos, en zonas de sombra. Vale que es más ágil pero crea apestosos tugurios , contratos a compadres, a compañeros de partido, a empresas milagrosamente relacionadas entre sí que son siempre las mismas. Y cuidado con los mensajes de pureza que se lanzan en estos días. Todo el que ha estado en un gobierno sabe que cuatro años en Capitulares son, parafraseando a Juanito, ‘molto longo’ .
Los anunciados planes de la Alcaldía de Córdoba de un programa de control de contratos menores pueden ir en la dirección correcta. Sin embargo, mantener el modelo actual de este pan para este queso y este queso para este pan perpetúa los problemas , los cronifica. Los cambia de lugar en el anaquel pero no los erradica. Lo que toca, me temo, es limpiar la era a fondo que purgue el ambiente viciado y generar una nueva forma de trabajar. Si de este intercambio de mierda sale un ganador, la derrota colectiva será definitiva y la pagará, querido contribuyente, usted con los impuestos que abona con el sudor de su frente.
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