Crónicas de Pegoland
Fritur, el regreso
La feria de turismo preferida por nuestros políticos ha abierto sus puertas
Tengo la costumbre anual ( aquí la del año pasado), y que no decaiga, de recordarle a todos nuestros fantásticos lectores que justo en este momento hay un concejalo, concejala o concejale malgastando sus impuestos en Fitur , feria internacional del turismo donde acuden nuestros políticos a hacer el cateto. La muestra ha reanudado sus fastos en una edición sin público —lo que significa que solo habrá políticos matando el rato— en la que Córdoba, a falta de un expositor, tiene dos. Que no se diga. A mi niño, mármol , que decía aquel señor de pueblo cuando le dijeron que había que escayolarle el brazo a la criatura.
Se insiste. No es que se esté en contra de Fitur por Fitur. Sino por el uso indebido de Fitur, por su consumo irresponsable. Si la cosa es que vayan las criaturas profesionales a vender sus cosas, pues ancha sea Castilla (aunque algún día tengamos que hablar de promoción pagada con dinero público y beneficio privado, cariño mío). Si el asunto consiste en ver a una serie de personas humanas perdiendo el tiempo por los pabellones de Ifema sin contactos, sin capacidad de tomar decisiones y sin un mal idioma extranjero que chapurrear, pues a qué estamos pagando pruebas PCR, billetes de AVE y noches de hotel.
Llevamos años, muchos, diciendo que lo de la asistencia a ferias hay que profesionalizarlo. Dejarse de cortadores de jamón y venenciadores de Montilla-Moriles para que el sitio correcto lo ocupen las personas adecuadas. Más tarjetas de visita con contactos comerciales y menos boquerones fritos. Menos samba y más trabajar . Y vuelve la burra al trigo del que te dice que va a Fitur para que se le pregunte por qué. Que cuál es la razón de su presencia, el listado de reuniones en las que va a participar y qué posibilidades tiene de llegar a acuerdos que se conviertan en ejecutivos.
Pues me juego una caña en el Correo que el año que viene volvemos a las mismas. Al Fritur de toda la vida. Al del viaje a Madrid para nada, a la agenda sin coherencia, al ‘como mi tierra ninguna’. A ver, que salga el que dijo que de esta cosa tan mala íbamos a salir mejores , que le tengo que decir unas palabritas en la calle.
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