Crónicas de Pegoland
Flamenco de ley
La Junta aprueba el anteproyecto regulador de la jondo, esa competencia autonómica
Esta nuestra Junta, la del cambio y tal, acaba de aprobar el Anteproyecto de Ley del Flamenco , flipa vecina, que regulará lo que es una competencia exclusiva del Estatuto de Autonomía votado en referéndum por un cuarto y mitad de los andaluces llamados a las urnas. Aquel gesto que presumimos simbólico, considerar el cante y el baile como si fuese una carretera o el impuesto de las tragaperras, ha devenido en profundo disparate. La consejera de Cultura, Patricia del Pozo, ha explicado el fondo de la norma dedicando más tiempo del preciso. Divulgación, coordinación institucional, creación del registro autonómico de flamencos (arsa) y acaso algún otro observatorio con el que rellenar estomagos necesitados. O sea, farfolla y pegos. Otra raya más en el agua .
Esto del flamenco es lo que se llama hiperinflanción legislativa . Es decir, aprobar por aprobar. Por puro vicio, por ansia . Entiendo que los flamencos agradecerán que la Junta programe de lo suyo en los teatros públicos, organice actividades didácticas y ponga orden en los conservatorios, cosa que se puede hacer perfectamente con la orden firmada por un director general de la cosa. Que haga cosas, con o sin ley, pero que las haga.
La existencia misma de una ley del flamenco, acaso en fase de anteproyecto, nos enseña que o tienes una ley o no eres nadie en este valle meridional del lágrimas . Ya no basta con que se aprueben medidas —sea cual sea su rango— para el beneficio de un grupo social concreto como ha ocurrido con el tema trans. O ley o nada, señora. Es en ese contexto donde no debería sorprendernos que en el futuro haya una Ley de la Jota (pongamos aragonesa), una Orgánica para la Regulación de la Chirigota o que el Parlamento vote solemnemente las necesarias trascendencias de la elaboración del espeto .
Ya puestos, por su gran impacto social, estamos esperando aquí una ley del flamenquín , que acabe con la díscola posición de la Real Academia de no meter la santa palabra en el Diccionario y con la manía de ponerle queso. Otra del salmorejo, que ponga fin a tanta polémica que separa hermanos, y una para el rabo de toro, en la que participe como ponente Ricardo Rojas. Y convertir en norma de rango legal, incluida en la colección Aranzadi , la cucharada y paso atrás se antoja hoy más preciso que nunca. Que siempre hay quien se cuela o dice que mejor en plato.
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