Crónicas de Pegoland

Fino Susana

Las auditorías no servirán para gran cosa más allá de las risas que nos podamos echar

Trabajo en una bodega privada ABC
Rafael Ruiz

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Ha contado en estas páginas el camarada Manuel Moguer que la Junta de Andalucía hizo construir, años ha, una bodega completa en la muy noble localidad de Montilla a costa de una agencia oficial llamada Agapa , nombre que recibió el coladero autonómico que se empezó llamando DAP.

Y no fue una cosita de andar por casa, no. La bodega tenía maquinaria suficiente como para producir su propio vino — socialdemócrata, por supuesto —, aunque por razones misteriosas nunca tuvo uso cierto. Ni una mala añada salió de aquellas prensas, ni un míserable vinagre se pudo catar con el escudo triunfante de Hércules, los leones y tal.

Los auditores de la Junta han descrito con precisión contable las instalaciones que cuentan, se asegura, con bodega separada para caldos blancos y tintos, sacristía y lagar. Todo un mundo vacío de toneles y utillaje que nunca maduró los frutos de la tierra, los famosos caldos de Montilla-Moriles, que bien podrían haber generado un Fino Susana para agasajo de la parroquia. Un caldo definitivamente autonómico, estatutario y pagado desde lo público en honor a Ella.  

Como quiera que las auditorías no van a servir para gran cosa (más allá de echarnos unas risas), según confesión propia del actual Gobierno andaluz, qué menos que abrirlo a las visitas con carteles explicativos de su coste. San Telmo ya ha tranquilizado al personal de las entidades auditadas de que no pierdan el sueño por sus puestos de trabajo sea cual sea el origen de su contratación, incluso los que entraron por la gatera del por aquí te quiero ver.

Todo lo más, habrá gatopardescas fusiones realizadas sobre la máxima de que algo cambie para que todo siga igual. Aprovechar los huecos que vayan quedando para premiar a a los propios, criaturas, que también tienen derecho. Campanudos planes de eficiencia y simplificación, resiliencia conciliatoria y transición ecológica a la posmodernidad. O sea, pamplinas y pegos.

Y, mientras tanto, la bodega seguirá allí .

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