Crónicas de Pegoland

Las fachadas

El buen gusto y el sentido común son difíciles de legislar

Fachadas del Casco Valerio Merino
Rafael Ruiz

Esta funcionalidad es sólo para registrados

Un grupo de asociaciones de vecinos ha realizado un manifiesto sin abajo firmantes en el que muestran su preocupación por el nivelito de las nuevas fachada s que últimamente se ven en el Casco Histórico. Y vive Dios que llevan razón las criaturas. En estos tiempos, rige lo que podríamos considerar como arquitectura de centro de salud, inicialmente permitida a las instituciones públicas que te decían, incluso, que se ganaban concursos con determinados adefesios. Con ese hormigón blanco (que dura blanco tres días), ese acero corten que parece que lo regalan, esas ventanas de nave galáctica, esos remates metálicos del Ikea. Esos rotulitos anunciadores, que ya os vale.

Eso está ocurriendo, fíjense bien, con una de las normativas de construcción más restrictivas que se recuerdan. Si no me falla la memoria, los arquitectos tienen que respetar un tanto por ciento de hueco y un tanto por ciento de macizo en la composición de la fachada. Echar dos permisos a Cultura, tres a Urbanismo y sendas pólizas selladas al ‘sursum corda’ correspondiente. El asunto es que se acaban construyendo cosas horripilantes que cumplen la escrupulosa legalidad porque, dicen, el que hizo la ley dejó publicada la trampa.

Uno no ha sido nunca de farolas fernandinas ni de macetas en flor. No he sido del tipismo, por así decirlo. Si existiere una fachada cordobesa consistiría en la ausencia de fachada porque el embellecimiento exterior de las casas es cosa de antier por la mañana. Uno ha sido, sin embargo, del sentido común y del buen gusto que es cosa harto difícil de legislar . El Casco tiene que tener una pátina guarrona, vieja, irregular. La belleza se encuentra en las medianeras, en las interrupciones de los volúmenes, en la construcción popular de un todo como suma de las partes. No a la alineación y rasante en el Casco de Córdoba. Alejad vuestros autocad de nuestras calles.

El problema no es de diseño porque el moderno de hoy genera el mobiliario del piso de película de Alfredo Landa de mañana. Es de usos. Cuando todo es arquitectura industrial, cuando se orilla cualquier intento de zona vivida, acabamos en lo que estamos viendo en algunos barrios. De lo que han obligado a hacer en el andén perimetral de la Mezquita —que hay que tenerlos como cocos de feria para permitir eso— hablamos, si ustedes quieren, otro día.

Comentarios
0
Comparte esta noticia por correo electrónico

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Reporta un error en esta noticia

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Muchas gracias por tu participación