Apuntes al margen

La ciudad en 15 minutos

Apuestas a que en unos años se están pagando carísimos informes que digan que todo lo que se ha hecho se tiene que revertir

Panorámica de Córdoba Valerio Merino
Rafael Ruiz

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MEDia Europa y algunas ciudades de Estados Unidos andan ahora loquitos por el concepto de «la ciudad de los 15 minutos» , el nuevo lema lanzado por los políticos y sus urbanistas de cabecera con el objetivo de hacer la vida más placentera a quienes residen en un lugar concreto.

La cosa ha empezado por París, Roma y sitios así. La traslación lógica es que, en algún momento, la acapare Barcelona y, en no mucho tiempo, tengamos políticas urbanas de ciudad en un cuarto de hora así como numerosas empresas que realicen carísimos informes sobre la materia que todos los alcaldes comprarán encantados por ser modernos.

La filosofía que inspira la cosa de los quince minutillos cambia la distancia por el tiempo que se tarda en cubrir esa distancia pero, ojo, a pie o en bicicleta. La cuestión es que la gente viva , trabaje, reciba servicios, lleve al niño al cole y pague sus impuestos en un entorno cercano sin necesidad de tener de hacer uso de grandes infraestructuras, sin tener que coger el automóvil o el metro.

El concepto es muy francés, se creó por un investigador de La Sorbona , y fue asumido por Anne Hidalgo, que se acaba de pegar un castañazo de consideración en la primera vuelta de las elecciones francesas.

Los responsables de las políticas urbanas se están afanando vertininosamente en arreglar el problema que ellos mismos, y quienes les antecedieron en sus despachos, crearon. En tanto suena muy bien, el asunto ha sido asumido con un enorme interés por todo aquel que usa las palabras resiliente o inclusivo. Es decir, hay negocio.

El asunto está ligado, aunque no sea similar ni en filosofía ni en técnica, a las famosas súpermanzanas. Un técnica de mejora urbana que se basa en la deliminación de células formadas por calles y barrios donde se elimina el tráfico interior.

El Ayuntamiento de Córdoba, en tiempos de José Antonio Nieto, empezó un trabajo que pretendía aplicar en la reforma al barrio de Ciudad Jardín . El asunto se acabó perdiendo en la maraña de la actualidad local y, en estos momentos, no hay partidos que defiendan esos modelos, ni para el barrio del Avecrem y ni para nadie.

La realidad es que cuando hablan de ciudad de fácil acceso para el peatón donde las distancias sean relativamente cortas sin necesidad del uso de medios de transporte, están explicando de forma bastante gráfica lo que es la vida normal de una ciudad como Córdoba.

Obviamente, toda la población no puede disfrutar de una calidad de vida que le permita ir caminando al trabajo pero buena parte de la fuerza laboral del sector servicios o de la Administración, por ejemplo, sí que tiene esa posibilidad.

El problema de esta cuestión es doble. Las ciudades medias, como ésta, en vez de defender ese modo de vida de cercanía se han propuesto, bajo los gobiernos de todos los colores, hacer todo lo contrario. Incrementar distancias, crear barrios o urbanizaciones con capacidad para muchos vecinos lejísimos de toda vida inteligente, apostar por ese modelo de ciudad difusa, abandonar las políticas de vivienda y rehabilitación del parcelario sobre las necesidades de la creación de más y más territorio colonizado.

Y, para acabar de rematarlo, vivir en una ciudad del tamaño de Córdoba, donde todo puede estar a quince o veinte minutos, es cada vez menos competitivo desde el punto de vista laboral. Qué se apuestan que en pocos meses, quizá años, estemos pagando los servicios de algún gurú que nos diga lo equivocados que estamos otra vez.

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