Crónicas de Pegoland

La cabalgata

Un alcalde puede delinquir y ser un vago pero nunca fallar con los Reyes Magos

Los globos de los Reyes Magos Rafael Carmona
Rafael Ruiz

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Un alcalde puede sentarse en un banquillo por haber metido la mano, destruir servicios públicos por capricho, contratar exclusivamente a sus primos y tener la ciudad hecha unos zorros por pura vagancia. Pero, amigo, que tenga cuidado con la cabalgata de Reyes Magos que ahí se la juega de gordo. Admiramos, desde aquí lo reconozco, la capacidad de movilización política que se ha demostrado cada cinco de enero cuando media ciudad se pone en jarras teléfono en mano acusando a la municipalidad de incompetencia supina. No te lo perdonaremos jamás, Bellido .

Un error en el desfile, una descoordinación casual, puede acabar en crisis de gobierno, exigencia de responsabilidades, cabreo mayúsculo en la planta noble de la calle Capitulares. Incluso cuando tiene que ver con imponderables, con esas cuestiones que no están en la mano de nadie. Al anterior gobierno le cayó parda porque llovió — «piove, porco governo» —, una cosa verdaderamente insólita. A este de ahora, que antes piaba lo que piaba, por una ráfaga de viento que hizo que los globos aeroestáticos fuesen a la velocidad del rayo.

Sostiene mi muchacho, que ya tiene cierta edad, que el alcalde optó por organizar la cabalgata aérea para evitar las infecciones de coronavirus a costa de causarle tortícolis al personal. Hay que tenerlos como cocos de feria para ponerse en manos de imponderables que, como todo el mundo sabe, obedecen siempre a la ley de Murphy . En el caso de que la cabalgata se caiga de la mesa, Baltasar acabará pringado de mantequilla. En el supuesto de los Reyes Magos, rige siempre esa teoría del caos que indica que el aleteo de una mariposa en Almodóvar acaba con el aterrizaje forzoso , real o imaginario, de Gaspar en el Parque Joyero.

La cabalgata anual se ha convertido en nuestra Eurovisión , el momento en el que sacamos el sarcasmo a costa del pobre concejal de Festejos. Los que nunca tuvimos Scalextric aplaudimos el paso raudo y veloz de los Magos de Oriente, esos tipos que siempre traían calzoncillos. La generalidad, no obstante, apuesta en el más íntimo de los secretos por la cabalgata más desastrosa posible para poder ponerlos finos, decirles de todo menos bonitos. Y no es que nos guste criticar. Solamente es un poquito de referir .

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