Crónicas de Pegoland

Alta cocina

El relato de los pagos del Kitchen Club bien merece una explicación detenida

Degustación de Córdoba en el Kitchen Club de 2020 ABC
Rafael Ruiz

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Aprecio con denuedo el trabajo de nuestros hosteleros porque dan de comer al hambriento y de beber al sediento. Disculpen, no obstante, que no comparta el rollo por la espuma de cangrejo sobre canelones de la abuela y virutas de jamón ibérico titilante. Como cada cual hace con su dinero lo que le viene en gana, allá el que sienta pasión por la alta cocina y paga sus legítimos precios. Tengo, para qué negarlo, alma de pobre y me vale la vuelta y vuelta, la dignidad del guiso. Prefiero mil veces la casa de comidas a la estrella Michelin aunque haya disfrutado como un enano con lo que hace Periko Ortega, un punk entre fogones.

No venía yo aquí a eso, no. La cosa es que la Badanelli, que es la que me aguanta de Vox, ha ofrecido recientemente un relato de hechos un tanto inquietante sobre la organización de una demostración gastronómica en el Kitchen Club de Madrid durante la cosa esa llamada Fitur . Ha dicho la concejala que se pagaron hasta quince contratos menores por valor de unos 30.000 trompos de vellón para la organización de una demostración gastronómica a la que pudieron asistir pocas, muy pocas personas. Según sus cifras, 3.600 euros para la secretaría técnica y otros tantos para la coordinación gastronómica (que se ve que no es técnica). Tres mil por la convocatoria de prensa -carajo- y otros tres mil largos para llevar las redes sociales de un acto, se insiste, que dura un rato. 2.200 en alojamientos, mil y pico en traslados internos por Madrid y 1.400 en el almuerzo del equipo. Y así todo.

Soy el primero que sé que las cosas cuestan pero el hecho de que se promocione la estupenda cocina cordobesa no lo legitima todo. No estaría de más que las personas que han estado detrás de la organización de esto expliquen (a) si se ha mirado esto de los precios o ha sido en plan colega. Y (b) qué impacto ha tenido esto, cuál ha sido la utilidad social. Si las cifras son verdad, se ha pagado casi tanto por una actividad que por toda la presencia de Córdoba en Fitur con expositor propio.

La hostelería de calidad , que es un valor cultural y un factor de atracción de visitantes, también es un negocio de legítimos empresarios privados a los que el dinero público les hace promoción de sus marcas. Empecemos, pues, a llamar a las cosas por sus nombres y cuidado con los excesos depredadores. Que engordan.

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