SALUD
Rafael Luque: «Trabajamos con el Imibic en Córdoba para avanzar en la investigación del alzheimer»
El presidente de la asociación cuenta con una residencia privada y un centro de día concertado
Presidente de la Asociación San Rafael de Alzheimer y otras demencias desde el pasado abril, Rafael Luque tiene un conocimiento directo de la enfermedad puesto que alguno de sus familiares ha sufrido esta enfermedad: «Mi padre, por ejemplo, falleció por esta causa hace unos años». Es el máximo responsable de una entidad que cuenta con una residencia privada con veintitrés personas y con un centro de día concertado con sesenta plazas.
¿De qué hablamos cuando hablamos de alzheimer?
Se trata de una afección del cerebro neurodegenerativa que conlleva un deterioro progresivo y con el tiempo definitivo de las células nerviosas. Tiene una repercusión en la vida diaria de las enfermos con un deterioro psicológico grave , con desórdenes en el comportamiento diario que va a parar en la pérdida de la autonomía. Evoluciona de forma lenta por lo general y dura entre ocho y diez años.
¿Quiere decir que al cabo de ese tiempo en paciente fallece?
Bueno, todo depende realmente de cómo funcionen las terapias con las que se afronte la dureza de la enfermedad, no sólo desde el punto de vista farmacológico, sino desde el psicológico, porque hay profesionales, desde psicólogos a trabajadores sociales, que van estudiando cada uno de los casos , de los que se dan entre nuestros asociados por ejemplo, y ponen todo su esfuerzo en darles una terapia apropiada para que esos ocho o diez años de los que he hablado se prolongue lo máximo posible con una calidad de vida aceptable . Si esos diez años se pueden convertir en catorce o veinte, mejor que mejor.
En la familia en la que cae este problema se las ve con algo muy grave, ¿no?
Sí. Porque el alzheimer produce un desconcierto , entre otras cosas porque hay un desconocimiento importante de la enfermedad y de los recursos que tienen a su alcance , como por ejemplo la ley de Dependencia o la existencia de centros especializados como los nuestros. Pero sí, es un trastorno para toda la familia : de repente un hogar con los hijos trabajando, algunos quizás fuera de la ciudad en la vive la persona afectada, que tiene que volcarse con el paciente. Lo que yo recomiendo es que cuando aparezca esta enfermedad los afectados y sus parientes se dirijan rápido a los centros especializados para que les aconsejemos sobre el camino que han de seguir.
¿Y cuáles son esos consejos?
En primer lugar están los fármacos . Hay muchos. Son tratamientos complejos, sobre todo en la forma de administrarlos, porque cada paciente reacciona de una manera. Lo que tenemos que hacer es ver los síntomas para a continuación poner en marcha todas las terapias congnitivas que al paciente le sirva para reactivar las neuronas que quedan en el cerebro.
¿Qué queda por hacer en relación a la asistencia a estas personas?
Hay que avanzar en dos facetas . En primer lugar en la investigación : estamos en contacto con el doctor Eduardo Agüera y con el Instituto Maimónides de Investigación Biomédica (Imibic) para dar pasos en este sentido y que todas las especialidades médicas competentes actúen de forma conjunta. Luego hay que avanzar en recursos asistenciales, sociosaniatarios.
¿Ha sido útil la ley de Dependencia?
Sí, pero hay que cumplir los plazos , que es un tema de que nos preocupa porque hay veces que no se cumplen. Otro problema es que las aportaciones económicas tardan más de lo debido en llegar. Lo que no puede ser es que costear una plaza en un centro de día , por ejemplo, suponga un agravamiento severo de las economías familiares.
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