FRAUDE FISCAL
Rafael Gómez y su «anárquico» grupo de empresas
El líder de la familia y sus hijosreiteran ante el juez que nadie mandaba ni tomaba decisiones
El empresario Rafael Gómez y sus cuatro hijos, acusados de un presunto fraude fiscal por valor de 70 millones de euros, argumentaron este lunes ante el juez que ninguno se ocupaba de los asuntos fiscales, que todo estaba en manos de los asesores y hasta el patriarca de los Gómez, que sólo contestó a preguntas de su abogado, llegó a decir que no sabía lo que era el IRPF. Además, incidieron en que las empresas no tenían un consejo de administración definido ni una estructura jerárquica clara.
En la primera sesión del juicio que se prolongará hasta el día 27 en el Juzgado de lo Penal 3 de Córdoba, declararon Gómez y sus cuatro hijos como acusados, para los que la Fiscalía pide 44 años para el padre y 22 años para cada hijo, mientras que la esposa de Gómez, María Dolores Serrano, sólo está en la causa como responsable civil por formar parte de las sociedades implicadas en el presunto fraude fiscal por el que dejaron de ingresar a Hacienda esa cantidad millonaria.
A Gómez se le acusa en total de once delitos contra la Hacienda Publica presuntamente cometidos entre los años 2003 y 2006. La respuesta del exlíder de UCOR al magistrado Miguel Ángel Pareja al respecto de sus imputaciones fue: «Eso dicen». Por su parte, el fiscal leyó las preguntas que iba a plantearle a Gómez, aunque éste ya avisar de que no iba ac ontestar: «¿Quién dirigía las empresas?, ¿se ocupaba de las empresas?, ¿se dejó asesorar?», «¿los demás miembros de la familia participaban de las decisiones?», «¿controlaba sus ingresos?», «¿cuál era su nivel de vida?», «¿recibió inspecciones de Hacienda?»... El acusado no respondió a ninguna de estas cuestiones ni tampoco a las preguntas del representante de la Abogacía del Estado.
«No había un director de empresa»
Rafael Gómez Serrano, el primogénito, respondió que todos ellos eran trabajadores y que recibían transferencia bancarias en sus cuentas por unos 4.000 euros y que tienen incluso hipotecas de sus viviendas. Reconoció que no tiene más estudios que la EGB. Además, eludiendo cualquier responsabilidad de su padre, intentó explicar que en las empresas que había, «cada uno tenía su trabajo. No había un director de orquesta. Cada uno en su departamento, sin que nadie le ordenara. No había nadie que coordinase todo», señaló. Respecto a su tarea, señaló que era la de ayudar a la constructora, estar en contacto con los trabajadores y «firmaba lo que me ponían delante» porque los técnicos y asesores «eran expertos cualificados».
Por su parte José María Gómez, hijo de Rafael, señaló: «Cada departamento funcionaba a su manera. Allí no había jefes, todos trabajábamos por el bien de todo». La única estrategia de la empresa, dijo, «era llegar a fin de mes».