Depende...

Perol o botellón

Los jóvenes ocurrentes acabarán por organizar un botellón con una paellera y un saco de arroz

Un perol en el recinto ferial de El Arenal V. Merino
Rafael Díaz Vieito

Rafael Díaz Vieito

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Toda Córdoba, como la mayoría de Andalucía, está profundamente preocupada por los contagios por Covid-19 y los rebrotes que se han ido conociendo los últimos días. Más allá de la tranquilidad que supone la eficacísima y rápida reacción de la Junta de Andalucía, la constatación de que, ideologías al margen, los políticos al mando de la delegación en Córdoba de la Junta han respondido de modo ejemplar y, por supuesto, la evidencia de que disfrutamos de un sistema de salud y de prevención de primera, no hay duda de que a todos nos asusta el contagio. Miedo a la enfermedad y a sus devastadores efectos. Pánico a sus secuelas. Terror por la incertidumbre económica y las consecuencias de un nuevo confinamiento .

Uno de los debates inevitables ha sido el relativo al ocio nocturno. La solución fácil y cómoda habría sido la de su inmediata y tajante clausura. Con seguridad habría sido recibida con alborozo por muchos. Pero habría sido poco reflexiva. Al ocio nocturno ordenado, sobre el que por supuesto es imprescindible intervenir fijando controles estrictos, le habría sucedido un ocio nocturno desordenado, de difícil o casi imposible control y muy posiblemente el remedio habría resultado peor que la enfermedad.

La lógica llamada a la responsabilidad ciudadana y a evitar los botellones callejeros casa regular con la defensa realizada de los peroles como actividad tradicional; no menos que los patios o la feria, desde luego. En peroles todos hemos pasado algunos momentos inolvidables, aunque ahora no parecen lo más recomendable. Dado que parece haberse dado carta de naturaleza al bendito perol -a salvo del criterio de la autoridad sanitaria -, va a resultar imprescindible establecer algún criterio delimitador con el botellón. En espera de alguna instrucción administrativa cabe sugerir algunos argumentos:

1. Si está tu suegra , es un perol.

2. Si hay tres o más generaciones de una misma familia , el perol es seguro.

3. Si hay tres o más asistentes con tacones , botellón.

4. Si hay algún microcar en menos de 500 metros a la redonda, no falla: botellón.

5. Si hay sillas o elementos anclados, perol.

6. Si la media de edad es inferior a 21 , no habrá duda de que es botellón.

El añorado Vic lo habría resuelto con una viñeta inteligente e incontestable; a falta de su magisterio la jurisprudencia se encargará de delimitar ante las previsibles sanciones. Aunque me temo que los jóvenes, siempre ocurrentes, acabarán por organizar un botellón con una paellera y un saco de arroz bomba . La clave puede estar en el arroz y en un principio básico del derecho sancionador: «¿In dubio, pro perol?»

Bromas aparte, extrememos el cuidado y la prevención, no nos descuidemos, que en ello va la salud y la economía. Los datos anunciados ayer, que vaticinan medidas extraordinarias , son extremadamente preocupantes.

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