DEPENDE...

Nuevos trucos

La izquierda recurre ahora a Madrid y los jueces para desviar la atención y tapar sus carencias

Díaz Ayuso en una comparecencia ante los medios de comunicación AFP
Rafael Díaz Vieito

Rafael Díaz Vieito

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No falla. Actúan con precisión milimétrica. La izquierda encaramada al Gobierno, esa encabezada por quien de modo displicente —quien le ha visto escracheando y quien le ve silenciando a quien osa criticarle— manda callar a la oposición «cuando habla un vicepresidente» y amenaza al centro derecha con no volver jamás al gobierno, saca su catálogo completo de trucos de mago cutres en cuanto se siente acorralada. Desde el hostigamiento a la monarquía a una nueva vuelta de tuerca a la memoria histórica pasando por la reforma de la ley del aborto propuesta por la ministra de igualdad. Son la versión nacional de la defensa y reivindicación de la titularidad pública de la Mezquita con la que nos castigan los oídos en Córdoba . Palabras huecas para tapar carencias, incompetencias o, como ahora, líos judiciales.

Han descubierto ahora dos nuevos trucos visto que los habituales no parecen tener el efecto habitual. Madrid y los jueces, los jueces y Madrid como locomotora de su alocada carrera por deslegitimar todo aquello que encuentran a su paso y puede suponer un freno, un dique a su trabajada estrategia de demolición de legalidad constitucional.

Han encontrado en la presidenta Díaz Ayuso , cuya gestión reconozcamos que no es precisamente sobresaliente, el perfecto objetivo con el que justificar el asedio a una Comunidad sobre la que anhelan extender su poder pese a la evidencia de que desde hace casi treinta años una inmensa mayoría de madrileños no quiere a la izquierda gobernando: un impresentable estado de alarma como respuesta a la justicia, que revela una cobardía cochambrosa respecto a otros territorios, acabará por hacer de Ayuso una víctima y una candidata imbatible; y se han topado con un poder judicial que trata de mantener a duras penas su independencia al que pretenden someter con técnicas que abochornarían a cualquiera. Cierto es, la autocrítica es saludable, que parte de la culpa de esta situación es de los sucesivos gobiernos del PP : pese a prometer en todas las campañas electorales que yo recuerdo desde el año 93 la modificación del sistema de elección de los miembros del CGPJ , jamás lo hizo pese a disfrutar de amplias y cómodas mayorías absolutas. De aquellos polvos vienen, al menos en parte, estos lodos.

Sufre ahora en sus carnes el vicepresidente las lecciones por él impartidas durante años, en forma de escraches y peticiones de dimisión a la mínima, y recurre a los viejos y a los nuevos trucos. No creo que deba dimitir Iglesias , aunque sí se le pueda llamar hipócrita a boca llena. Una imputación no es una condena como saben muchos españoles, entre ellos políticos del PP, que se vieron acosados y obligados a dimitir y finalmente fueron absueltos. El día que se le abra, que parece que se le abrirá, juicio oral será el momento de exigir que se vaya a su casa: pedir ahora su dimisión es dar carta de naturaleza a tantas injusticias padecidas por ciudadanos honrados cuyas carreras descarrilaron por esas malas artes que tan bien gestiona nuestra pareja presidencial. Dejemos a los jueces trabajar en paz y exijamos dimisiones cuando toque.

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