Depende
Externalizar
Privatizar no es en sí ni bueno ni malo
Privatizar es una palabra con mala fama en España . Aunque es la izquierda la que se refiere a ella como ejemplo de todos los males, es indudable que una gran parte del recelo que suscita es por culpa de esa misma izquierda. Los primeros experimentos privatizadores en democracia fueron perpetrados por los socialistas con las empresas del grupo Rumasa . Con cierta razón, cualquier español con un mínimo conocimiento de nuestra historia reciente recela de la idea, convertida en aquellos tiempos en una feria de amiguismo, corrupción y falta de transparencia. Es indudable que la izquierda no ha hecho nunca ascos a las privatizaciones. Por más que se esfuerce Susana Díaz en recriminar al gobierno de Andalucía toda clase de presuntos esfuerzos privatizadores de la sanidad pública, los números demuestran que ella fue la mayor privatizadora de la historia y que este gobierno ha apostado de por fortalecer lo público en el ámbito de la salud. Pese a ello, la izquierda sigue con su copla, imagino que porque le funciona electoralmente y hay quien se lo cree.
Privatizar no es en sí mismo ni bueno ni malo . Depende de muchos factores. En esencia de dos: qué se pretende privatizar y cómo se privatiza. Hay sectores, pocos, que deben estar en manos del Estado y lo privado debe ser solo un complemento: privatizar esos sectores es una equivocación mayúscula. La transparencia, la igualdad de oportunidades y el control a quien preste un servicio privatizado debe presidir cualquier proceso de externalización: lo contrario sólo produce fracaso y corrupción. No puedo evitar hacer estas reflexiones ante la polémica acerca de la «externalización» del servicio de limpieza de los contenedores en la ciudad de Córdoba. Una iniciativa del gobierno municipal tan razonable y digna de apoyo (¿lo importante no es que la ciudad esté limpia?) como, creo, mal defendida, negando como niño pillado en falta que ello constituya una privatización. El centro derecha debe apostar por un Estado fuerte pero nunca elefantiásico. Privatizar ciertas áreas con transparencia y ser inflexible en el control de la calidad del servicio es un buen camino. Hacerlo de manera vergonzante un error.
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