El Norte del Sur

El vertedero

A quien ofendiera la cruz que piense en lo que han sentido las personas que ven en ella un símbolo de fe y salvación al verla en un depósito de basura

Fotografía de la cruz retirada en una ventana con reja de Aguilar de la Frontera VALERIO MERINO
Rafael Aguilar

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El distrito sanitario Córdoba Sur , en el que está integrado Aguilar de la Frontera, engloba a veintinueve municipios, quince de los cuales sobrepasan los quinientos contagios por cada cien mil habitantes en los últimos catorce días, que implican un confinamiento perimetral, y cuatro de ellos conocen una tasa de afectados tan elevada que encajan ya en el nivel de alerta máximo previsto por la Junta de Andalucía , y que es sinónimo de que los comercios y la hostelería no esenciales no puedan abrir.

Desde que empezó esta pesadilla del coronavirus han fallecido por su causa 18 vecinos de Aguilar de acuerdo al último informe emitido por la Consejería de Salud y Familias y no es difícil imaginarse cómo serán los días en soledad de los ancianos que viven allí sin que sus nietos se les puedan acercar, o ponerse en la piel de los padres y madres de familia que temen con una preocupación creciente por el futuro de sus hijos. Habrá pequeños empresarios asfixiados, profesores que ven que cada semana faltan más niños a clase, médicos y enfermeros del centro de salud agobiados de trabajo y enfurecidos por la laxitud de no pocos ciudadanos, pacientes que han aplazado una prueba diagnóstica o una revisión en el Hospital Infanta Margarita porque Cabra está confinada. Pero nada de eso es importante.

La autoridad municipal ha debido pensar, con buen ojo, que ahora que el ambiente político está crispado a cuenta de la cogobernanza no resulta mal momento para darle motivos a la gente para que se siga peleando. Un poquito más. Era ciertamente un clamor que esa cruz, la de la puerta del convento de las carmelitas descalzas, suponía desde hacía demasiado tiempo un elemento que dificultaba la convivencia hasta hacerla imposible. Así que los estrategas del Ayuntamiento han decidido, valientes que son, pasar del inmovilismo a la actitud proactiva, como dicen ellos en su jerga. Mandamos a un par de obreros a que la arranquen, pero de cuajo, y a seguir haciendo ciudad, se han dicho. Si a alguien le incomodaba tanto la cruz que piense por un momento en lo que han sentido quienes reconocen en ella un símbolo de sacrificio, de fe, de salvación y de esperanza cuando la han visto tirada en un vertedero. Y que calibre si el numerito ha merecido la pena.

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