El Norte del Sur

Todos a ninguna

Un cartel indicador en la N-432 VALERIO MERINO
Rafael Aguilar

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El Gobierno de este presidente que hace de estadista en mangas (rosas) de camisa los fines de semana está tan interesado en resolver la crisis internacional de Ucrania con Rusia como en perpetuar ese cierto aislamiento de la comarca más necesitada y menos poblada de Córdoba .

El Guadiato es el hermano pobre de la pujante Los Pedroches : la reflexión me viene siempre a la cabeza cuando hago, al menos una vez al año, el camino en coche desde Córdoba capital hacia la Castilla profunda, parda y deshabitada.

La provincia se bifurca entre la prosperidad agroganadera de Hijonosa o de Dos Torres , de Pozoblanco o de Torrecampo , y la soledad del paisaje de Fuente Obejuna o de Peñarroya-Pueblonuevo justo cuando el conductor empieza a echar de menos, después de pasar Cerro Muriano , la carretera desdoblada y cómoda. Es afortunado quien en Espiel gira a la derecha por la N-502 en dirección a Alcaracejos y El Viso y desdichado quien tiene que seguir por la N-432 con su cruz a cuestas. Porque una nacional es una tortura para el piloto apocado que cuando ve delante a un camión en Villaharta ya se teme que va a ir a su rebufo y sin valentía para adelantarlo hasta el cruce de Zafra .

A poco que el contador de kilómetros avanza —a su paso de paquidermo porque el tráiler sigue ahí marcando el ritmo— uno cae en la cuenta de lo diversa que es Córdoba y en el desamparo del sitio por el que transita: qué tiene que ver esta llanura que no es llanura del todo ni tampoco sierra con todas sus letras con la luminosidad oferente de los días claros de la Subbética , con el relieve y los colores alimenticios de las fincas de frutales de la Vega , con los verdes oscuros y olorosos de Hornachuelos , o con el sol y la sombra de la vegetación robusta y chata de las dehesas del Norte .

Hay pueblos que solo existen porque los nombra un cartel de carretera: lo pienso cuando, ya en el término de Badajoz , dejo atrás Ahillones , Villagarcía de la Torre, Usagre o El Reposo . En todos ellos, o en casi todos, he buscado en la ruta un bar en el que descansar, o más bien en el que darle tiempo al camión articulado para que deje de llevarme a setenta por hora. «Por aquí no pasan ni los grajos », he escuchado más de una vez en la barra mientras removía el azúcar del café .

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