El Norte del Sur
La tercera Córdoba
Campanero vivió con la contradicción de ser de derechas y que a su padre lo matara en bando nacional en Almodóvar del Río
Muere Rafael Campanero, presidente eterno del Córdoba Club de Fútbol
Su última entrevista con ABC, con 92 años: «Estoy muy preocupado por el presente y futuro del Córdoba CF»
«Tranquilo, has hecho una buena compra: estos bloques los levantó Campanero . Él es un hombre de fiar». Me lo dijo mi vecino de puerta con puerta cuando me mudé, hace cerca de quince años, al piso en el que vivo. La honradez y el respeto son cosas que hay que ganarse: Rafael lo hizo en los noventa años largos que vivió a golpe de penas y de éxitos. Al principio fue la tragedia. A su padre, ferroviario, lo mataron en la Guerra Civil en Almodóvar del Río , de donde eran naturales, por una rencilla entre familias camuflada de ajuste de cuentas ideológica, y el muchacho que era entonces el futuro presidente del Córdoba Club de Fútbol siempre iba a tener en su cabeza la contradicción entre sus convicciones de que las políticas de derechas eran las que mejor aseguraban el progreso de la sociedad y de que el crimen lo hubiera cometido el bando nacional.
En 1991 , tras la refundación del Partido Popular, Javier Arenas y Juan Ojeda le hicieron una propuesta que podía rechazar y que sin embargo aceptó cuando no le hacía ninguna falta: ser el candidato a unas elecciones municipales en las que debía batirse con Herminio Trigo .
Campanero , empresario ya entonces de predicamento y solvencia sobrados, dijo que sí sabiendo de antemano que su decisión iba a reabrirle la dolorosa herida infantil por la pérdida paterna: mantuvo los siete concejales que Alianza Popular ganó en los comicios locales de 1987 y ostentó la portavocía del grupo municipal hasta 1993 , cuando le pasó los trastos a un señor que se llamaba y se llama Rafael Merino y que, dos años después, se convirtió en el alcalde de la ciudad. «Pensó por encima de su tiempo: era un empresario hecho a sí mismo, un cordobesista de corazón que creía que la política era, sobre todo, afán de concordia », resumía ayer al recordarlo uno de sus discípulos que, como Campanero, tuvo y tiene a Adolfo Suárez por referente y que con el tiempo también ha hecho historia en la política local. El hombre bueno que se ha ido se alegraría mucho de lo que hoy haya que celebrar.
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