El Norte del Sur
Soldaditos de plomo
Vila, el personaje de Lorenzo Silva, solo pinta a los de ejércitos derrotados: el que desflió ayer nunca se rinde
ES posible que quien más haya hecho en la última década y media por popularizar la imagen de la Guardia Civil sea Lorenzo Silva . Además de divertidas e instructivas sobre las claves de una investigación criminal , las novelas que protagoniza ese binomio impagable formado por Bevilacqua y Chamorro han puesto al alcance del gran público la oportunidad de ilustrarse sobre de lo que de verdad hace el Cuerpo que estos días está celebrando en Córdoba sus actos nacionales en honor de la Virgen del Pilar . Un ‘número’ rara vez fue un ‘mangas verdes’ que llegaba a los sitios cuando las cosas ya habían pasado o no tenían solución, pero sí que es verdad que cierta leyenda de institución lejos de los requerimientos del mundo actual le ha pesado hasta hace no demasiado tiempo al uniforme verde oscuro y al tricornio.
En la última entrega de las aventuras de la pareja de Silva , ‘El mar de Corcira’ , el autor cuenta cómo varios miembros de una unidad de la lucha antiterrorista llegan a aburrir a un comando etarra y lo acaban siguiendo en coche hasta Centroeuropa en su huida desde España . Y la directora general del Cuerpo , María Gámez, reseñó ayer en la tribuna desde la que le hablaba a un público que a ella no le insultó las arriesgadas misiones internacionales del personal que tiene bajo su mando o las de salvamento en picos de temperatura helada o en aguas a las que temería hasta un pirata experimentado.
Marlaska añadió a continuación algo parecido —la concreción del mensaje que quería transmitir quedó lejos de los oyentes habida cuenta de los gritos que asediaban sus palabras— a que la Guardia Civil , con sus comandancias y sus cuartelillos, sigue siendo uno de los elementos estructurales y más reconocibles de la geografía española, además de estar a la cabeza de las instituciones con mejor valoración ciudadana.
«Nos volvía a unir la siempre inacabada lucha contra el mal», se dice Vila en un pasaje del más reciente episodio del ciclo literario y unas páginas antes o después, cuando ya es de noche y está solo en su casa de hombre divorciado, se pone a hacer lo que más le relaja: pintar soldados de ejércitos derrotados. Los del que desfiló ayer en República Argentina no se dan por vencidos ni en las peores batallas.
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