El Norte del Sur

Una de romanos

La resistencia de los cines de verano roza la heroicidad en una ciudad en la que para ver un estreno en un cine hace tiempo que es necesario coger el coche y pisar la circunvalación

Protección en el cine Fuenseca ROLDÁN SERRANO
Rafael Aguilar

Esta funcionalidad es sólo para registrados

LO más raro de todo es que sigan ahí. Los cines de verano . Igual que en Córdoba no es primavera hasta que no abre el puesto de caracoles de la Magdalena o el de los Patos , el verano no acaba de llegar si en el cine Olimpia o en el Fuenseca no huele a bocadillo de calamares o de lomo con pimientos en cuanto cae la noche. Dice Carlos Clementson en el reportaje de las dos páginas anteriores que las salas de proyección al aire libre fueron para los de su generación la televisión de su juventud. Ahora, cuando la tele cabe en el móvil y en vez de con el NODO la sesión empieza con el publirreportaje de la carta de Guinness del Pizzaiolo —una manera como otra cualquiera de abrir boca — los cines mantienen el encanto de entonces.

Siempre merece la pena volver. Aunque el diálogo se escuche regular y una salamanquesa se pase media película cruzando la cal de la pantalla. Aunque el vecino de la casa de vecinos con la azotea orientada al patio de butacas se quite la camiseta de tirantes caladita a la vista de todos para estar fresquito durante la proyección a la que él, hombre sabio y afortunado, puede asistir sin que le cueste un solo céntimo .

Su resistencia roza la heroicidad en una ciudad en la que para ver un estreno en un cine hace tiempo que es necesario coger el coche y pisar la circunvalación , que encima no está ni acabada por mucho que haya que agradecerle al Ayuntamiento la reciente puesta en servicio del tramo de la Ronda que le corresponde. Qué pena de los locales del Alcázar o del Isabel la Católica , todavía con las taquillas y los soportes de los luminosos visibles.

Y qué alegría que la vida vuelva a parecerse a lo que solía. Al papel de aluminio del bocadillo de tortilla de atún, al timbrazo impertinente del móvil del espectador de delante —‘oiga, que es la tercera vez que suena y además lo hace cuando llega lo más interesante: un respeto que estamos en el cine aunque esto se parece ya al corral de la Pacheca ’—, al ambigú y al ‘ visite nuestro bar ’ del intermedio, a la rebequita que viene bien en la segunda sesión, a la familia que en las mesas del Coliseo San Andrés celebra un banquete con un táper de pisto , otro de salmorejo y un tercero con flamenquines troceados, ‘anda niño y me vas a la barra y le dices al hombre que te dé unos sobres de mayonesa y a mí me traes un ‘ vargas ’: ¿niña, tú vas a querer otro o te pide ya el Bitter Kas ?’.

Comentarios
0
Comparte esta noticia por correo electrónico

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Reporta un error en esta noticia

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Muchas gracias por tu participación