El Norte del Sur
Razón y dolor
Lo que ocurrió en los Baños de Popea nunca debió ocurrir. Mas el riesgo cero no existe. Nunca
Estaba pasando: los profesores de no pocos colegios e institutos de Córdoba habían decidido, con la boca chica, suspender o aplazar hasta el siglo que viene cualquier actividad fuera de los centros. La excusa sobre el papel era evitar los contagios de coronavirus de los escolares, pero en el fondo lo que había era un miedo profundo y terrible a que un accidente como el que desgraciadamente ocurrió en 2018 en los Baños de Popea acabara condenando de por vida a algún miembro del claustro.
Hace unas semanas pasó en la Comunidad de Madrid un hecho tremendo: una mujer que recogía a su hija después de clase se equivocó de marcha al montarse en el coche y arrolló a una menor que estaba en la puerta, y ésta murió. Los servicios sanitarios estuvieron más de media hora intentando reanimar a la niña, pero no pudieron: sus padres asistieron, junto a la conductora que causó el suceso, a las infructuosas maniobras de recuperación de la pequeña, y cuando los médicos dieron por fallecida a la pequeña su madre se acercó a la dueña del vehículo que la atropelló y le dio un abrazo, así en caliente con el dolor destruyéndola como nadie quiere imaginarse, y con el que le dijo que la perdonaba. Para esa clase de entereza heroica y profundamente humana no está todo el mundo preparado. Yo tampoco. Por eso para cualquiera que tenga un hijo o una hija es comprensible que si lo manda a una excursión y lo que recibe es un ataúd trate de buscar un culpable, o varios.
La Audiencia Provincial de Córdoba , como ha avanzado este periódico , ha revocado el fallo de un juzgado de primera instancia que condenó a dos docentes por un delito de homicidio imprudente por el óbito de un chaval del IES Colonial de Fuente Palmera en una poza de Trassierra . En todo caso, dice la sentencia que los padres del muchacho van a llevar al Supremo , hubo «una levísima falta de previsión de un riesgo lejano», y añade que lo que se produjo fue «un accidente de naturaleza indeterminada». El video de los chicos chapoteando es claro: en ningún momento se aprecia una situación de peligro. Lo que ocurrió nunca debió ocurrir. Mas el riesgo cero no existe. Nunca. Ni nadie está libre de la desgracia. A esa familia hay que mandarle un abrazo y decirle que claro que la entendemos, que su dolor siempre tendrá razón.
Noticias relacionadas