El norte del sur

El otoño por llegar

Lo que ha ocurrido y lo que ha cambiando va a seguir ocurriendo y va a seguir cambiando

Alumnos de Córdoba en su primer día de vuelta al colegio V. Merino
Rafael Aguilar

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Dice el parte meteorológico que a finales de esta semana que entra va a llover, que las temperaturas máximas bajarán hasta niveles parecidos a los del primer otoño, que las noches dejarán de ser cálidas. Vivimos en un extraño cambio de estación : dejamos atrás el verano más incierto de nuestras vidas y por primera vez el reencuentro con las rutinas no tiene nada de rutinario. El mundo está del revés. En el regreso a la oficinas y a las fábricas apenas nadie habla de dónde ha estado en su mes de descanso, bien porque no ha ido a ningún sitio o bien porque teme que alguien le reproche la cierta imprudencia de haber viajado y luego acabe culpándole de un contagio colectivo. Los escaparates de las tiendas son un buen ejemplo del desconcierto: en una tienda de libros y artículos religiosos de Chirinos llama la atención que el expositor principal esté dedicado a recuerdos y álbumes de la Primera Comunión , que abundan en pleno septiembre.

«Aprovecha: ahora es el momento de hacerte una piscina en la parcela. Razón aquí», leí el otro día en un cartel pegado en una farola del parque de Colón . «Sí, no te puedes imaginar la de gente que está haciendo reformas en sus casas en los últimos meses. Los manitas no dan de sí para atenderlo todo», comenta un vecino con un terrenito cerca del aeropuerto. La crisis, que va por barrios, o por sectores. Si los dentistas lo están pasando regular porque la gente prefiere aguantarse con el dolor de muelas ante que exponerse a que un médico le meta el dedo en la boca, a los especialistas de cirugía estética les va de lujo: algunas clínicas de la ciudad han duplicado la demanda de intervenciones a cuenta de los ahorrillos de las semanas de confinamiento absoluto en los que no había apenas donde gastar un euro.

Y arranca el curso escolar de las grandes incógnitas. Normalidad, normalidad, normalidad. Eso es lo que dicen las autoridades competentes después de los primeros días con los niños -y los profesores- en las clases. Cautela, mucha cautela, que esto no ha hecho más que empezar: a ver cómo evoluciona la curva de aquí a un par de semanas. A ver cómo se organizan los docentes que tengan a un curso en modo presencial y a otro trabajando desde casa, y a la semana siguiente la misma mecánica pero con los grupos de estudiantes intercambiados. Y a ver cómo respira la Atención Primaria en cuanto lleguen los primeros fríos: la amenaza de la saturación de cada temporada con l a campaña de la gripe es una broma al lado de lo que se le viene encima.

Y a ver cómo se toma el común de los ciudadanos que el coronavirus no llegó para estar unos meses y marcharse después del destrozo, o cómo acaba de digerir que de lo que se ha tratado no ha sido de un paréntesis más o menos prolongado en nuestra forma de vivir: que lo que ha ocurrido y lo que ha cambiando va a seguir ocurriendo y va a seguir cambiando.

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