El Norte del Sur

Un segurata en la portería

Ante la incomparecencia de la autoridad incompetente, los profesores son ya la nueva fuerza de choque de la crisis

Una mujer con una niña en un carrito en la puerta de un centro escolar de Córdoba MIGUEL ÁNGEL SALAS
Rafael Aguilar

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A este punto hemos llegado: a mandar guardias de seguridad privada a la puerta de los colegios de Córdoba a partir de mediados de este mes de septiembre. El Ayuntamiento anunció ayer que, por primera vez, va a tener que contratar a vigilantes privados para que controlen las entradas y las salidas de alumnos en los centros escolares y, de paso, traten de evitar los conflictos que genere este tenso e incierto regreso a las aulas.La medida no será universal: la Delegación municipal de Educación , en manos de Ciudadanos , ha decidido enviar a los seguratas (ahora que las discotecas han cerrado seguro que no cuesta encontrarlos disponibles) a los colegios públicos que tengan al menos dos puntos de acceso a sus instalaciones y cuyo alumnado sea de un número elevado. Según los cálculos del Consistorio, serán veinte los centros que se beneficien de este recurso inédito y que los directores llevan pidiendo desde julio. Desde julio. Que el Ayuntamiento haya respondido ahora a la demanda de los directivos de los colegios no es reprochable: al menos alguien les hace caso, aunque sea a dos semanas de que tengan a los niños en las clases y a las familias atacadas de los nervios junto a la portería. Lo que no es de recibo es que a estas alturas del mes agosto no haya apenas nada claro sobre las reglas que marcarán el regreso al cole, si es que acaba por producirse.

No hace falta ser adicto a los noticiarios para haberse dado cuenta de que la situación era crítica desde hace por lo menos dos semanas. En Córdoba , por ceñirnos al terruño, los partes que emite a diario la Junta de Andalucía reportaban durante las primeras jornadas de agosto tres, cuatro o cinco contagios y ahora es raro el día en el que se producen menos de ochenta o noventa. Nada más que ayer se registraron 117 positivos por PCR : más que en cualquier momento del estado de alarma.

Llámalo segunda ola —la Junta de Andalucía no se corta en usar ya el término— o como quieras, pero esto se nos ha ido de las manos. Literalmente. Resulta que la Organización Mundial de la Salud le ha sacado los colores a España por ser el país de Europa que peor ha reaccionado ante la pandemia y el telepredicador comparece antier morenito y descansado para decir lo que suele: nada. Y para endiñarle el marrón a las comunidades autónomas . Que confine el barón territorial que lo estime oportuno, señala grave, como si el bloqueo de Cataluña o de Madrid , o de Andalucía , no fuera una cuestión de Estado . Como si la responsabilidad del Gobierno hubiera acabado el mismo día que levantó la restricciones de movilidad a finales del pasado junio. Y a mí que me registren que yo he hecho mi trabajo, y ahí están las gráficas de cómo estaba la pandemia cuando me hice cargo del tema y luego las que dejan claro que logré bajar la amenaza hasta niveles por los que me aplaudían en el Congreso .

Oiga, una pregunta: ¿Si el Ministerio de Sanidad ya no tiene aquí nada que decir por qué Illa interrumpió su descanso estival hace días y ordenó el adelanto de la actividad nocturna de los bares, el cierre de las discotecas y de los pubs y le prohibió a los fumadores encender un cigarro en la calle a menos de dos metros de otro ciudadano?

Como el presidente se ha quitado de enmedio, las broncas se las van a llevar los profesores y el resto del personal de los colegios . Cualquiera que hable con ellos sabrá que están corroídos por la incertidumbre y que preparan la vuelta a clase con una brújula a la que nadie le acaba de ponerle el norte. Los docentes son ya la fuerza de choque de la crisis ante la incomparencencia de la autoridad que se ha declarado (más) incompetente. Por fortuna alguien ha caído en la cuenta de que van a necesitar ayuda en la trinchera.

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