El Norte del Sur
El indulto
Es lo que pide el parcelista, el artista que arma piezas de oro en un bajo de Cañero, el empresario y el político que vulneraron la ley urbanística
A lo que se aferra quien pide el indulto , si es que lo pide antes de que alguien empiece a prepararle los papeles , es a la misericordia y a la piedad de quien tiene el poder para concedérselo.
«Todos somos de carne y hueso, todos nos podemos equivocar, una mala noche la tiene cualquiera, la tentación por el mal está ahí siempre y a ver quién se libra de ella, todos nos merecemos otra oportunidad en la vida, juro que voy a empezar de cero, prometo que a partir de mañana seré un hombre nuevo», viene a convencerse el procesado o el reo. La permisividad hacia los vicios de la conducta humana es más ancha en lugares pequeños donde todo el mundo se conoce.
En Córdoba dices tu apellido y el personal te hace la ficha en lo que dura la conversación breve en el paso de peatones de Ronda de los Tejares : a mí, por ejemplo, me sale sola la aclaración preliminar de que no tengo nada que ver, que yo sepa, con la exalcaldesa de Izquierda Unida ni con una ilustre familia de joyeros , más que nada por ahorrarle trabajo al interlocutor fisgón y que pueda descartar de entrada un par de líneas genealógicas. Si con un apretón de manos, con un abrazo o con un medio de vino está todo ‘ averiguao ’ a qué va temer uno que un periodista , que un fiscal o que un juez meta sus narices donde nadie tiene por qué llamarle.
El imperio de la ley es una cosa de las capitales , no de las provincias . Eso hasta ahora: el presidente Sánchez u ltima la documentación de un expediente que pone patas abajo el Estado de Derecho con tal de seguir viviendo donde vive y mandando lo que manda. Según la doctrina que alumbra su gabinete resulta que un condenado vaya a la cárcel no es cumplir con el código penal sino una cruel venganza del sistema, que en vez de hacer sufrir a la gente debería mirar un poquito más por la concordia y por la convivencia.
El indulto es lo que lleva décadas pidiendo el parcelista , el buscavidas que arma piezas de oro en un tallercito en un bajo de Cañero con menos papeles que una liebre , el empresario venido a menos que insiste en que la señora Rosa , como él la llama, —que no, que no es mi prima— le dijo que tirara para adelante con las naves que ella se encargaba de las licencias, la portavoz municipal que se comió un trocito de la Real Soriana . El espíritu de las leyes no es poner justicia donde hay abuso sino una cosa revanchista .