El Norte del Sur
Globeros
Nunca llueve a gusto de todos, y menos si lo que amenaza en el cielo no es agua sino caramelos
NUNCA llueve a gusto de todos, y menos si lo que amenaza en el cielo no es agua sino caramelos. La decisión —imaginativa, sensata, arriesgada— del Ayuntamiento de sustituir la tradicional Cabalgata terrestre de los Reyes Magos por una breve visita en globo de sus protagonistas le ha granjeado al alcalde no poco choteo en las redes sociales esta semana pasada, la misma en la que un barómetro de la Universidad de Córdoba le daba la mejor puntuación entre los líderes políticos municipales. La Navidad que se aproxima constituye otro papelón para quienes tienen responsabilidades públicas. Bellido , que convirtió el espectáculo de luz y sonido de la calle Cruz Conde del pasado año en la primera muestra clara de su voluntad de cambio en la gestión de la ciudad respecto al mandato de Ambrosio , no ha tenido ahora más remedio que darle a oscuras y de tapadillo al botón del encendido del más que discreto alumbrado festivo.
La contradicción es de las que hacen daño: engalane usted las calles y a la vez dígales a los ciudadanos que se queden en casa, o que salgan lo justito. Quien quiera cerciorarse de qué va la cosa que se dé una vuelta por el tramo peatonal de Gran Capitán a la caída de la noche: donde a esas horas rugirían un tiovivo, una noria y un trenecito con hadas y pajes y olería a algodón dulce y a gofres con chocolate hay nada más que silencio y frío, tres o cuatro centros de flores de pascua y ni una sola hilera de luces de colores.
«Esto va a ser una hecatombe », lamentan los comerciantes del Centro que oyen, igual que los del resto de Córdoba , cómo lloran de pena las persianas de sus tiendas a las seis de la tarde, ellos que tenían ya apalabrado el montaje de las atracciones cuando el Consistorio , con más razón en un santo, les tuvo que hacer ver que lo que no puede ser no puede ser. De modo que los últimos días de este año horrible y para el olvido van a dar discurrir por donde ha solido: por la senda de la incertidumbre. Así andamos a estas alturas, que el personal no sabe cuántos pavos encargar ni cuántas raciones de uvas decirle al frutero que reserve para el 31 de diciembre: todos pendientes de la definición exacta del reagrupamiento familiar, del contacto estrecho y de los núcleos de parientes que van a poder compartir mantel en Nochebuena . Esto no hay allegado que lo resista.