El Norte del Sur
La fuerza de choque
Los profesores son la infantería de una guerra que no tienen más remedio que librar sin las armas necesarias
En los grupos de «whatsapp» de los profesores de Córdoba se ha hecho popular esta última semana, en la que los alumnos de Secundaria han empezado a incorporarse a clase después que lo hicieran los de Infantil y Primaria , una grabación cómica que parodia la reunión telemática del director de un colegio con los padres de los estudiantes. El resumen de audio con el que los docentes se ríen por no llorar es el siguiente: el afable y tranquilón responsable del centro les da la bienvenida a los progenitores de los alumnos para explicarles a continuación las medidas que su equipo ha tomado para evitar los contagios por coronavirus y para mantener la distancia de seguridad, y entre las que se encuentran la reserva de un carril de la autovía más próxima al instituto para que los chicos puedan esperar el turno para entrar en clase separados por dos metros como si fuera conos fluorescentes, además del acuerdo con el bloque de viviendas de al lado para que los de parvulitos ocupen si es necesario los pasillos de los bajos antes de llegar al patio escolar. «Así, que tranquilos, queridos miembros de nuestra comunidad educativa. No hay que dé preocuparse . Y estamos en conversaciones con el Ayuntamiento para que los chavales puedan llegar al colegio por la red de alcantarillado que tiene una salida en la arqueta que está junto a nuestra capilla, pero eso sólo lo haremos en caso de emergencia. Buen curso a todos», se despide el campechano director del encuentro virtual. El chascarrillo les da al menos un respiro a los docentes en el arranque de un curso que los hermana con los sanitarios como fuerza de choque contra el Covid-19.
Que la huelga educativa del pasado viernes no alcanzó ni de lejos el objetivo de los sindicatos que la convocaron es evidente por el bajo nivel de seguimiento , si bien entre el ruido de las pancartas y las exageraciones de los lemas no costaba reconocer algunos argumentos que comparten hasta los profesionales de la enseñanza que acudieron a su puesto de trabajo el día que estaban llamados al paro. «Nos mandan al matadero» , dijo una delegada sindical al inicio de la marcha en El Bulevar: si la hipérbole resulta inadmisible cierto es que las circunstancias han convertido a los profesores en la infantería de una guerra que no tienen más remedio que librar sin las armas necesarias . Ahí están, los pobres, comprándose micrófonos portátiles con altavoces a cuenta de sus bolsillos para que a los alumnos a los que no se pueden acercar entiendan la lección, duchándose cuando llegan a casa antes de saludar a sus parejas o a sus hijos, muertos de miedo porque saben que no tardará en llegar el día en el que alguien acabe responsabilizándoles de que en su clase haya habido un contagio. «Lo tenemos todo controlado, no os preocupéis», dice el director del audio de marras. Y el chat de los profes se llena de emoticonos de esos con lágrimas.
Noticias relacionadas