El Norte del Sur

Luz de gas

En el asunto de las farolas se comprueba la supremacía de la política vieja, la de verdad

David Dorado contesta a un mensaje en el móvil Rafael Carmona
Rafael Aguilar

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Del asunto de los contratos de las farolas llama la atención la supremacía de la política de verdad , la vieja política , sobre quienes la ejercen con la conciencia absoluta de que están de paso, por más o menos tiempo pero de paso, de que no son profesionales del tema y tienen la certeza de que pueden acabar perdiendo la partida.

Sorprende que un político tire de la manta, como ha hecho David Dorado, a sabiendas de que una parte de la basura que termine por esparcirse, que se está esparciendo ya de hecho, le puede salpicar a él. El otro día antes del Pleno municipal , cuando el portavoz de Izquierda Unida, Pedro García, sacó los papeles de la Fiscalía de Córdoba sobre las adjudicaciones de las luminarias de la avenida de Libia, se comportó como lo que es, o como lo que lleva mucho tiempo pareciendo que es: un tipo altivo y muy sobrado de sí mismo que ha hecho de la supervivencia en el partido una forma de seguir teniendo un sitio, un micrófono y un sueldo en el Ayuntamiento. Igual alguien alguna vez le hace caso.

El concejal de Ciudadanos que ha enviado al Ministerio Público información sobre la encomienda de luminarias en la vía pública entre 2016 y 2020 da la impresión de todo lo contrario: a veces parece invisible, no habla por no molestar, es apocado por momentos; se trata de alguien que vino, como tantos otros de su formación en declive, con la voluntad de aportar un punto de aire fresco a la gestión pública, y que quizás ha acabado por sentirse muy perdido en un mundo que no es ni de lejos el suyo y que le resulta extraño y difícil.

El poder es una droga que unos digieren con fruición enfermiza, como si fuera un juego adictivo en el que siempre piensan que la moneda caerá de su lado porque conocen muy bien en qué árbol hay que buscar la sombra, y que a otros les huele a autodestrucción. Cuando él, Dorado digo, va, los otros han vuelto diez veces. A gente así se la comen por los pies quienes sí saben de verdad de qué va esto, los que controlan y manejan como perros viejos cada resorte de las decisiones en las juntas de gobierno y en las comisiones municipales , los funcionarios blindados por trienios que han convertido sus rutinas en el código de comportamiento de una casta que por momentos se cree intocable, a salvo de cualquier comisión de investigación o de las pesquisas de fiscales o jueces.

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