Depende...
Quieren un trágala
La falta de pruebas es una negligencia mayúscula sobre la que nadie ha dado una explicación que, con seguridad, existe
Portugal, país hermano, está gobernada por los socialistas . Los portugueses parecen estar razonablemente satisfechos y sus éxitos económicos son notables. En estos días la mayoría de las terminales afanadas en la defensa del gobierno social-comunista hispano han destacado las palabras del líder del centro derecha y de la oposición portuguesa, en la que éste decía: "Señor primer ministro, cuente con la colaboración del PSD. En todo lo que podamos, le ayudaremos. Le deseo coraje, nervios de acero y mucha suerte, porque su suerte es nuestra suerte". Son palabras de verdadera altura moral y francamente envidiables. Como español, me gustaría que Pablo Casado pudiese pronunciar esas palabras y estoy seguro de que a nadie más que a él le gustaría hacerlo. Pero, ¿es hoy posible?
Los dedicados a la difusión de esa memorable intervención lo hacen sólo con el objetivo de cooperar en la construcción del relato gubernamental y de denigrar al dirigente popular. Pero omiten datos esenciales. Sin contexto, las palabras pierden su sentido. Esconden, aunque sea obvio, que Costa, que no es un aventurero sectario como Sánchez, excluyó tanto a populistas como a comunistas de su gobierno, que ha consultado y consensuado con todos los partidos la mayoría de las dolorosas medidas que ha adoptado y, sobre todo, que en lugar de confiar la gestión de la crisis al Pablo Iglesias luso lo ha hecho a la Nadia Calviño portuguesa, el ministro Centeno. Nadie podrá decir que la situación es semejante, cuando además Portugal ha apostado por la realización de test masivos como estrategia para prevenir los contagios y cuando casi la mitad de ellos se han hecho en los centros privados que parte de nuestro gobierno denigra a diario.
Pese a la gravedad de todo ello, y a su contumaz imprevisión, hay que apoyar al gobierno. Así lo hizo el PP en la sesión del jueves con su voto a favor la prórroga del estado de alarma , con la exigencia de diálogo y negociación de las medidas más delicadas y sin caer en demagogias de trazo grueso como algunas de las realizadas por Santiago Abascal desde la tribuna del Congreso: rechazar la prórroga del estado de alarma, oponerse a medidas de geolocalización, cargar de nuevo contra Europa o proponer imposibles pagos generalizados de nóminas sin una memoria económica mínimamente seria resulta frustrante.
Ahora bien, resulta imposible votar a favor de decretos económicos manufacturados por ideólogos chavistas sin una mínima consulta o negociación previa. Es inaceptable que a estas alturas no sepamos cuál es el motivo por el que no se han realizado tests masivos a la mayoría de la población para detectar los contagios ni que nadie haya pedido perdón por ello y que se acuse de deslealtad a quien exige transparencia sobre ello. La falta de pruebas es una negligencia mayúscula sobre la que nadie ha dado una explicación que, con seguridad, existe. Los ciudadanos seguimos esperándola y la Justicia acabará por reclamarla.